Robert Malone
These are my truths, and I believe that they are self-evident.
(Referencia indirecta a la Declaración de Independencia de los Estados Unidos…)

Me llamo Robert Malone, soy médico y científico residente en los Estados Unidos.
Todos nosotros estamos subidos a hombros de gigantes. Son verdades sencillas las que
más importan. Palabras sinceras, pronunciadas desde el corazón, pueden cambiar el
mundo.
No deberíamos haber politizado la respuesta de salud pública al SARS-CoV-2 y al
COVID-19.
Justin Trudeau debería haberse centrado en la gestión de la realidad del COVID-19 en lugar
de seguir el guion que le proporcionaron los dirigentes del Foro Económico Mundial.
Soy médico y científico, tengo formación y experiencia en el desarrollo de vacunas y otros
medicamentos. Pero también he sido carpintero y agricultor, todavía trabajo en mi granja.
Conduzco una camioneta GMC con motor diésel, un tractor agrícola Kubota, y puedo llevar
una cargadora de ruedas o conducir un equipo de caballos percherones. He expuesto mis
potros percherones en la Real Feria de Invierno. Soy conductor de equipos en su sentido
original.
Vengo a vosotros con corazón abierto, comprometido con la curación, aportando tres
simples palabras:
Integridad. Dignidad. Comunidad.
Son tres simples palabras que suenan como campanas en el corazón de la gente honesta.
Benito Mussolini dijo una vez: «El fascismo debería llamarse más propiamente
corporativismo, ya que es la fusión del Estado y el poder corporativo».
En las acciones de los gobiernos de Ottawa y Canadá podemos ver ahora claramente la
cara, antes oculta, del totalitarismo fascista global; me refiero a la fusión del poder de las
grandes corporaciones con el poder del Estado, tal y como Mussolini definió el fascismo.
Ahora percibimos señales de desesperación en nuestros oponentes globalistas y
corporativistas. La incompetencia del Partido de Davos está a la vista de todos.
1) Por primera vez, vemos claramente que están dispuestos a aliarse con Silicon Valley
para utilizar el sistema bancario contra nosotros.
Tomar 10 millones de dólares de una campaña de recaudación de fondos políticos es algo
que la mayoría de nosotros no podría haber imaginado hace dos años.
Está claro que el tiro les ha salido por la culata, porque ha dejado al descubierto que existe
una coordinación antinatural entre el gobierno, el sector de la tecnología de la información y
los bancos.
Y ahora tenemos pruebas directas en vídeo de esta colusión a partir de la infame grabación
de la llamada Zoom que documenta la participación del Gobierno y del alcalde de Ottawa.
2) La censura crece y nuestros oponentes no intentan ya siquiera justificarla. Los ataques a
Joe Rogan son un acto de desesperación.
Atacar al icono mediático más querido de Norteamérica tiene desventajas y, de nuevo,
demuestra que se están coordinando.
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Sabemos también que Neil Young tiene un conflicto de intereses financieros debido al gran
banco de inversión que posee cerca de la mitad de los derechos financieros de su catálogo
de canciones. Esta estrategia es contraproducente – Joe Rogan sigue siendo fuerte, y el
sistema farmacéutico y bancario central es hoy más odiado que nunca. Hará falta algo más
que Neil Young para cerrar a Joe Rogan.

3) Tan desesperados están los conspiradores que ahora han pedido literalmente al
Departamento de Defensa de los Estados Unidos que cometa un delito: cambiar los datos
de la Base de Datos Médicos Epidemiológicos de Defensa.
Una estupidez pues ya había sido publicada – y ahora está siendo estudiada por la
comunidad médica. LES PILLARON CON LOS PANTALONES BAJADOS, CAMBIANDO
LOS DATOS DESPUÉS DEL HECHO. Mi opinión es que esto requiere una investigación
penal.
Una acción pues, la de estos conspiradores, que será contraproducente porque ahora la
gente está expuesta personalmente y o huirá a las colinas o se convertirá en denunciante.
He oído decir que el abogado Thomas Renz está saturado con nuevas acciones de
denuncia y divulgación de información.
4) Es hora de acabar con los poderes de emergencia fraudulentos que se han utilizado para
suspender los derechos constitucionales y naturales de todos.
No hay ninguna Emergencia. Las estrategias de tratamiento para curar el COVID-19
utilizando medicamentos disponibles fueron descubiertas en marzo de 2020. Omicron no es
un asesino. La censura debe parar.
Leyendo el libro académico del Dr. Mattias Desmet titulado «La Psicología del Totalitarismo»:
«Las voces alternativas son estigmatizadas por un Ministerio de la Verdad, abarrotado de
«verificadores de hechos». La libertad de expresión se ve coartada por formas diversas de
censura y autocensura, el derecho de las personas a la autodeterminación se ve vulnerado
por estrategias de vacunación coercitivas que imponen a la sociedad una segregación y una
exclusión social hasta ahora impensables.»
Pasemos ahora a la Integridad, la Dignidad Humana y la importancia de la Comunidad. La
integridad es un compromiso con la verdad: en lo que dices, cómo vives y cómo tratas a los
demás.
San Agustín, el doctor de la Iglesia, dijo: «La verdad es como un león. No hay que
defenderla. Déjala suelta. Se defenderá sola».
La dignidad fluye del respeto, por nosotros mismos, por los demás y por el mundo en el que
vivimos. La comunidad es lo que nos une, los unos a los otros, y da sentido a nuestras
vidas.
En lo que respecta a las vacunas genéticas contra el COVID, la ciencia está más que
establecida. No funcionan para prevenir la infección, la replicación y la propagación a otros,
y no son completamente seguras. En nuestra vida diaria, con nuestros amigos, con
nuestras familias, con nuestros compañeros de trabajo, todos sabemos que esto es cierto.
No son completamente seguras, y la naturaleza de los riesgos sigue siendo desconocida.
Por el contrario, la inmunidad natural que los sistemas inmunitarios sanos desarrollan tras la
infección y la recuperación del COVID-19 es duradera, amplia y altamente protectora frente
a la enfermedad y la muerte causadas por este virus.
Ahora tenemos Omicron. Estas vacunas fueron diseñadas para la cepa original de Wuhan,
un virus diferente. Estas vacunas no evitan la infección por Omicron, la replicación del virus
ni su propagación a otras personas, y hay datos que sugieren que aumentan el riesgo de
infección y enfermedad.
Estas vacunas genéticas son permeables, tienen poca durabilidad y, aunque se vacunase a
todos los hombres, mujeres y niños de Estados Unidos y Canadá, estos productos no
pueden lograr detener el COVID y conseguir la inmunidad de grupo.
Si hay riesgo, debe haber elección. Esta es la verdad fundamental de la bioética moderna.
Todos los procedimientos médicos, las vacunas y los medicamentos tienen riesgos.
Todos tenemos derecho a conocer esos riesgos y a decidir por nosotros mismos si los
aceptamos de buen grado. Negar esto es negar la dignidad humana.
El mal tiene muchas raíces. La voluntad de negar la dignidad humana es una de las más
grandes. En nuestros corazones, y en nuestras almas, todos sabemos que esto es cierto.
En cuanto a nuestros hijos.
Aunque soy un médico profundamente comprometido con el juramento hipocrático, soy
sobre todo un marido, un padre y un abuelo. Les pido que me permitan un momento para
hablarles de nuestros hijos, y de nuestra responsabilidad fundamental de protegerlos.
Si no hay nada más, debemos cuidar y proteger a nuestros hijos. Este es el primer trabajo.
Es su trabajo. Es mi trabajo. No es su trabajo el de protegernos. Y durante los dos últimos
años, nuestra sociedad y nuestra respuesta de salud pública no han logrado protegerlos.
Muchas de las cosas que nuestro sistema de salud pública ha exigido que hagamos a
nuestros niños les ha perjudicado directamente.
Las autolesiones, el suicidio y el abuso de drogas en los niños han despegado en todo el
mundo. La ansiedad, el acoso, la intimidación y la coacción se han convertido en la norma.
El coeficiente intelectual de los más pequeños ha descendido. Los retrasos fundamentales
en la infancia son fácilmente medibles. Y se están produciendo daños físicos en los niños al
inyectarles vacunas genéticas para proteger a los mayores de un virus.
Como padre, es en última instancia mi responsabilidad proteger a mis hijos. Si se ven
perjudicados por estas vacunas genéticas, es usted el que tendrá que hacerse cargo de
ellos. Y llevará esa carga durante el resto de su vida y la de ellos. Por término medio, entre
uno de cada dos mil y uno de cada tres mil niños que reciben estas vacunas serán
hospitalizados a corto plazo con daños causados por las vacunas. Sólo con el paso del
tiempo sabremos qué daños pueden producirse a largo plazo. Las vacunas no protegen a
nuestros hijos de infectarse con Omicron, y no evitan que los niños infectados contagien a
otros. En cambio, las empresas farmacéuticas y el gobierno están casi totalmente
protegidos de los daños que estos productos puedan causarles. Si su hijo resulta dañado
por estas vacunas, usted se quedará solo con su dolor y la carga de los cuidados.
Estas vacunas genéticas pueden dañar a sus hijos. Pueden dañar su cerebro, su corazón,
su sistema inmunitario y su capacidad para tener hijos en el futuro. Y muchos de estos
tipos de daños no pueden ser reparados.
Así que les ruego, por favor, que se informen sobre los posibles riesgos de que sus hijos
puedan ser dañados por estos productos médicos experimentales. No deje que nadie le
diga lo que tiene que hacer. Piense por sí mismo. Porque es su responsabilidad
protegerlos y educarlos. Si resultan dañados, ninguna autoridad regional, ningún
funcionario de salud pública del gobierno, ningún médico de los que salen en televisión
estará ahí para ayudarle. Tú, tu familia y tu hijo tendréis que llevar la carga vosotros.
Cuando todavía era un niño, un joven y brillante presidente estadounidense dijo: «No
preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país».
Canadá es tu país. Eres dueño de este increíble regalo, pero debes defenderlo si quieres
conservarlo, o los globalistas te lo quitarán. Te prometen que en el futuro no poseerás nada
y serás feliz. ¿Les creéis?
Hoy os pido a todos que tengáis en vuestras mentes y corazones las palabras del
presidente John F. Kennedy. Todos podemos ser líderes, y vosotros habéis estado a la
altura. Gracias por vuestro servicio a Canadá y al mundo.
Sobreviviremos a esto, y superaremos estas dificultades, si podemos mantener estas tres
simples palabras en nuestros corazones.
Integridad.
Dignidad.
Comunidad.
