RACISMO

el

Jaime Palazuelo

¿Qué es racismo? ¿Qué comportamientos o hechos pueden calificarse de racistas? Muchas actitudes son calificadas de racistas, pero en mi opinión no lo son.

Los prejuicios nacen de estereotipos. Éstos reflejan una realidad distorsionada, pero tienen un fundamento en dicha realidad y resultan útiles para comprenderla. He vivido 15 años en Brasil. En mi ciudad había 10 homicidios violentos todos los días. De los 10 homicidios, la mayoría eran cometidos por jóvenes negros o mulatos, usando ropa bastante característica. Cuando eran detenidos, la prensa publicaba decenas de fotos suyas. Esto alimentaba la formación de un estereotipo, caracterizando de forma negativa a jóvenes negros.

Todo estereotipo guarda estrecha relación con la repetición de imágenes o de mensajes. Uno los interioriza y acaba por crearse una «foto fija» de determinada situación. Luego, de forma inconsciente, volvemos a activar esta imagen cada vez que enfrentamos una situación similar.

¿Cuántas veces, sin pensarlo, habré desviado mi camino al ver a un joven que me recordaba a los que he mencionado antes? 

Ahora bien, no creo que sea acertado tachar los estereotipos, y la reacción inconsciente que provocan en nosotros, de racismo. Tiene que haber algo más. Sin duda, una intención de discriminar. Cuando actuamos intencionalmente se activa nuestra conciencia y apuntamos hacia un fin. Si ese fin consiste en discriminar por causa de raza, entonces sí estamos ante un acto racista; en caso contrario no.

Valga como ejemplo la muerte de George Floyd, el pasado 25 de mayo, en Mineápolis, Estados Unidos, a manos de un policía. Un homicidio con agravantes, resultado de una actuación abusiva, con uso de fuerza no proporcional a las circunstancias que rodearon el trágico incidente. El policía ha sido detenido y acusado del grave delito, pero dudo que el homicidio pueda calificarse de racista, aunque así lo haya llamado todo el mundo. Para que fuera racista, tendría que haber intención de matar al Sr. Floyd por ser negro y no me parece que esa intención de matar por motivos de raza haya quedado demostrada.

Para muchos, el racismo no lo generan individuos aislados, sino el arraigo de estereotipos y prejuicios, pues guardan una relación de continuidad con el racismo. Éste se expresa hoy de manera más indirecta, encubierta y sutil que los actos segregacionistas expresos del pasado, acomodándose así al lema de igualdad y de no discriminación tan deseable socialmente. 

Pero, ¿cómo acabar con los estereotipos y prejuicios? Con educación, sin duda; en esto estamos todos de acuerdo. Pero no olvidemos que los estereotipos y los prejuicios están fundamentados en una realidad. Y esa realidad también puede y debe cambiar.

En el ejemplo de los homicidios violentos de Brasil, cometidos por individuos mayoritariamente de raza negra o mulata, que generan el estereotipo al que antes me he referido, hay un hecho que no podemos obviar: el propio delito cometido. Para acabar con el estereotipo, hay que exigir que no se cometan esos delitos. Afirmar esto es muy arriesgado en una sociedad como la actual, que justifica conductas lesivas en función de condiciones sociales, económicas o raciales de sus autores. Pero la ley ha de cumplirse. Y han de cumplirla tanto ricos como pobres, negros y blancos. A todo el mundo se le ha de exigir un comportamiento socialmente responsable. 

Lo contrario consiste en materialismo reductivo. Para éste todo lo que sucede en sociedad se puede justificar según determinadas circunstancias físicas. Esta idea, llevada a sus últimas consecuencias, permite a sus defensores justificar delitos alegando que su autor carecía totalmente de recursos, era de una determinada raza, casi analfabeto y estaba siendo explotado. Por lo tanto, pocas opciones tenía, como no fuera la de delinquir.

Este «discurso», que escuchamos algunas veces en política, especialmente en Brasil, causa más daño que los estereotipos y prejuicios a los que antes me he referido. Al final, genera más racismo que cualquiera de sus ingredientes. Es, además, una afrenta y un insulto a los que sí cumplen las leyes y no delinquen, que son la inmensa mayoría de ciudadanos, a pesar de que muchos viven en condiciones de extrema necesidad.

Para concluir, recuerdo que Lenin describía el mundo como una realidad material, que existía fuera de nuestra conciencia y que determinaba toda conducta del ser humano. Esta idea leninista anulaba toda posibilidad de actuar en libertad según nuestra conciencia. Reducir al ser humano al espacio de lo real-fáctico, condenándole a ser sólo sujeto biológico, social o psicológico, es, en mi opinión, un error peligroso, que desgraciadamente cometen algunos políticos y repite gran parte de sus seguidores.

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