ALCÁSSER, SACRIFICIO TRIPLE. DEMENCIA Y SÍNTESIS

Guido Gonzalo

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Tres niñas en las garras de la extrema depravación. Muchas versiones, infinitas lágrimas.

 “Entonces le fueron presentados unos niños pequeños para que les impusiera las manos y rezara una oración. Los discípulos le reprendieron, pero Jesús dijo: «Dejad a los niños, y no les impidáis acercarse a mí, pues de los [que son] como ellos es el reino de los cielos».”

(Mateo 19:13-14)

“La madurez del hombre consiste en recuperar la seriedad con que jugaba cuando era niño”

(Friedrich Nietzsche. Más allá del bien y del mal)

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Alcásser, provincia de Valencia, España. Tres adolescentes asesinadas y un solo detenido, juzgado y condenado: Miguel Ricart. Termina condena a finales de 2013, sentenciado por unos hechos que la justicia le atribuye en colaboración con Antonio Anglés, huido, según la misma oficialidad, gracias a una excelsa destreza para burlar cercos policiales y escapar por ventanas redondas en buques de pasaje; tres chicas valencianas, crueldad extrema, atentado contra los cimientos de la sociedad y de la biología, punzones en la psique humana, en el neocórtex y en el cerebro reptil; España, nación pacífica si se la sitúa en un plano comparativo con la violencia y el asesinato como ejes de referencia.

alcasser5Fernando García, padre de una de las víctimas y persona de gran fortaleza psíquica apoyado por el periodista y criminólogo Juan Ignacio Blanco; momentos de desliz mediático que fundamentándose en incontrolables deseos por ver crecer audiencias, generan rendijas de posterior sellado violento… Sucesos crudos y reales que obras literarias, películas y series de televisión entre las que cabe destacar la novela de Fernando Martínez Laínez Sin piedad, el largometraje de Alberto Rodríguez La isla mínima y la miniserie Inocentes de Daniel Calparsoro, dirigen la mente de muchos hacia fines de 1992 (desaparición), comienzos del 93 (hallazgo de los cuerpos) y años posteriores de procesos judiciales contra el único encausado, siempre acompañados por especulaciones discordantes que señalaban la autoría de individuos de gran caudal e influencia. True detective y Eyes Wide Shut en Estados Unidos, describen igualmente actos infames, grotescos e imperdonables de autoría oculta bajo la égida del poder y la influencia.Actualidad_189741677_27425534_854x640

Homicidios de tal naturaleza han existido siempre a lo largo y ancho del orbe. En nuestro país, el también triple caso Macastre (Valencia, nuevamente) en 1989, sirve como ejemplo para comprender su no-novedad. Sin embargo, la amplia cobertura en Alcásser sí puede ser calificada de hito a nivel televisivo cuyo gran calado en la población se debió fundamentalmente al trabajo informativo que programas de contenidos variados y estructura de reality show realizaron en horario fundamentalmente nocturno, pero sin cruzar la frontera de lo intempestivo. En Alcásser, las rendijas que filtraban el horror resultaron tapadas de manera repentina, causando un olvido parcial en la ciudadanía junto con el consecuente reforzamiento, en unos pocos, de la creencia en que hubo deliberados camuflajes de la realidad.

pepe_navarro_8953_863x680Siguiendo la versión oficial, dos delincuentes de la zona, especializados en atracos y en tráfico de droga a pequeña escala, conocidos de los cuerpos policiales e inquilinos habituales de comisarías y prisiones, dieron rienda suelta a su sadismo sexual torturando, violando, ejecutando y enterrando en una fosa a las tres quinceañeras, habitantes de la pequeña localidad próxima a la capital valenciana. Los abundantes puntos oscuros que pueblan la tesis origen de la resolución judicial que condena a Ricart y Anglés, dieron lugar a discrepancias para con la conclusión que desde las autoridades se presentó como definitiva.  El origen, la teoría matriz que, con posterioridad, y gracias en gran medida a Internet, se ramificó en sórdidos senderos de conspiraciones satánicas que en el cenit de los paroxismos atraviesan portales espacio-temporales teletransportadores hacia constelaciones regidas por arcontes, parte de las investigaciones de Juan Ignacio Blanco y Fernando García. Papeles que permanecen durante semanas en el suelo de un paraje frecuentemente batido por el viento, el hecho de que el descubrimiento de la fosa aconteciera un día en que el progenitor mencionado, el más activo e incansable promotor de la movilización ciudadana y mediática, se encontrara fuera del país tratando de extender la búsqueda, una autopsia con resultados en extremo comprometedores y discordantes con los primeros análisis, y apenas tenidos en cuenta durante los procesos judiciales, la homosexualidad de Anglés, el intento de secuestro de una de las jóvenes por parte de un encapuchado tiempo atrás, o la supuesta transmutación en clase pudiente de la anteriormente semi-indigente familia del sospechoso desaparecido, fundamentan la tesis que afirma que en el sacrificio participaron de manera activa al menos cinco personas en un deleznable espectáculo presenciado por un número indeterminado de observadores. Blanco afirma poseer un documento fílmico, una prueba irrefutable que corroboraría su tesis, suponiendo a la par, su salvavidas, su protección frente a los perpetradores y las sombrías estructuras de poder en las que éstos se imbricarían.

Muchas versiones, todas de lenta y dolorosa digestión. Una de ellas, la oficial, oscura y generadora de una penosa desazón; otras, cuyos ejes rectores se basan en una rampante credulidad de corte místico, para leer y escuchar con nuestra percepción más escéptica; y la más incómoda y bajo mi punto de vista, factible, sencillamente aterradora.

El pasado nunca se desvanece totalmente; infinitas lágrimas recorren los rostros de unos pocos, y salpicando a los transeúntes del tiempo, impiden una marchitez definitiva del recuerdo. Tres occisas cuyos últimos días de vida en manos de engendros psíquicos y morales es mejor no pensar, justifican el retorno hacia entornos de penuria que eternizan el duelo en descargas de dolor incomprensibles para el humano no calado por su lluvia tóxica.

1385732865_244633_1385737880_album_normalTelediarios, titulares y masas lebónicas. Las irreversibles consecuencias de la venganza.

“…no matéis a vuestros hijos por miedo de empobreceros -ya os proveeremos Nosotros, y a ellos”

(Corán 6:151)

«En la no-historia reciente de nuestro país ha habido tres acontecimientos decisivos: 23F (Fiesta del Ejército Rojo Soviético y del dios Terminus), Alcàsser (del viernes 13 noviembre de 1992, Día Internacional del Record Guinness, al 27 de enero de 1993, día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto) y 11M (Día de las Víctimas del Terrorismo en la UE).»

(Frank G. Rubio. Alcásseriana)

alcasser4Cabe pensar que gran parte de la responsabilidad del inmenso revuelo generado por aquella tragedia, vía la previamente mencionada exposición mediática, fuera consecuencia de su naturaleza triple, algo que un país tan alejado de la frontera de Río Grande no sería capaz de integrar. Es factible la posibilidad de que Fernando García gozase de unos recursos anímicos ciclópeos y que su fuerza y capacidad de lucha no tuvieran comparación con los recursos de padres y madres de otras víctimas de crímenes similares. También lo es que la liberalización de la pequeña pantalla, soporte previo de tan solo dos canales, ambos estatales, generando una despiadada lucha por atraer audiencia, sintetizara su esencia salvajemente competitiva en reality shows carentes de límites éticos y de contenido a cuyos objetivos Alcásser se ajustaba perfectamente. Tal vez considerar la suma de todos o casi todos los factores descritos otorgaría una mejor aproximación a la realidad.

El apagón informativo sobrevino, permitiendo que las farolas, como si de lujosas infraestructuras se tratara, continuasen encendidas iluminando tan solo ciertas áreas restringidas. La suerte de periodistas que comenzaron una nueva estancia bajo el cielo del ostracismo mediático, o cuyas vidas se extinguieron en supuestos accidentes, no puede ser considerada prueba irrefutable en el gran bazar de posibilidades; cualquier combinación es factible teniendo en cuenta fundamentalmente dos cosas: eran gente molesta para muchos y por muy diversos motivos; por otra parte, parece obvio que esas mismas fuerzas no iban a permanecer inmóviles si las informaciones con nombres de presuntos culpables eran falsas. La ley, con sus pleitos, demandas, juicios o penas, no es el único recurso aceptado por mafias de uno u otro color, esto es obvio; y en el supuesto de que los individuos (y su entorno) mencionados gozasen de tal “abolengo”, su señalamiento no iba a quedar impune aún en el caso de no tener relación alguna con los hechos.

Después del silencio llegó Internet, nuevo medio natural de díscolos y diletantes, refugio de opiniones, de diversidad de pensamiento que en ningún caso libera a la generalidad humana de su inmanente gregarismo, pero que sí constituye una salvaguardia de las excepciones y de las ansias más inquietas. El sentimiento generalizado de que lo reseñable es solo aquello de cariz “mainstream” nunca ha sido negociable más allá de determinadas coyunturas en que un entorno inmediato, y los recuerdos a él asociados, posibilitan la prevalencia del instinto sobre la educación, y de lo que creemos que “es” sobre lo que debemos creer que “es” y queremos creer que “es”.

La jerarquía que en los diarios en papel permitía, en no pocas ocasiones, espurias contradicciones entre titulares y sus consecuentes desarrollos argumentales, ejemplifica el funcionamiento de la información, algo que en los nuevos medios de difusión cuenta con unos marcos conductuales bastante similares. Siempre hay una mayoría sensible a un liderazgo basado en el reconocimiento oficial del sujeto portador del estandarte. Siempre es necesario el calor del grupo. Pero siempre hay grietas, ventanas por las que penetra el resplandor de la disidencia que también introduce la calima del recuerdo, de lo no olvidado porque, en este caso, los suspiros de dolor aumentan el carácter siempre relativo de cualquier olvido. Con Internet, el camino sangriento que atraviesa Alcásser, volvía a soportar el tráfico rodado, con diferentes vehículos desplazándose a distintas velocidades, con sus cruces de caminos y sus rotondas, con sus parajes, con sus orillas, con sus señales…

Intentando comprender las diferentes supuestas lógicas que tratan de integrar pesquisas y señalar autorías,  así como el porqué a pesar del triunfo de una sobre otras como consecuencia fundamental de su pertenencia a la ortodoxia informativa, las discrepancias se mantienen vivas y no a modo de leyenda, dudo que lo inverosímil y fantasioso cause un efecto contraproducente en la credibilidad de argumentarios basados en investigaciones serias aunque no oficiales; tal vez la confusión de este tipo de excesos teóricos solo empuje al receptor oficialista a serlo más aún, manteniendo intacto el pensamiento escéptico de otros. Resultaría demasiado tosco y maniqueo el considerar exclusivamente las dos posiciones extremas del movimiento pendular, así como sucumbir, al menos a un nivel mental o reflexivo, ante el envalentonamiento de los no estudiosos cuyas opiniones descansan en los medios oficiales que reciclan y reutilizan términos neutralizadores de disidencias: conspiranoicos, proetarras, terroristas, neonazis… Es igualmente cierto que lo más común y mundano puede constituir la realidad objetiva de los hechos, que mil personas pueden no estar equivocadas frente al excéntrico; y también lo es que la oposición como fin en sí misma solo puede causar delirio y caos interno. La prudencia y una reflexión de intensidad moderada aproximan al lector o espectador a la realidad de aquello que se pretende analizar.

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Juan Ignacio Blanco y Fernando García

Leer entre líneas, contrastar lo expuesto por informantes diversos, establecer relaciones no cerradas entre los ámbitos sociales de posibles culpables y las consecuencias que su señalamiento como autores de las muertes de Alcásser tendría sobre los acusadores, me posiciona más cerca de las tesis de Blanco y García que de todo aquello que nos ha llegado por otros conductos. No parecen contundentes las críticas y refutaciones parciales que desde distintos estamentos se han vertido sobre la principal versión alternativa. En no pocas ocasiones, los ataques se han basado en señalar los múltiples juicios a los que ambos han sido sometidos a través de los años por injurias contra estamentos oficiales, así como en el dinero obtenido por medio de la utilización presuntamente fraudulenta de asociaciones benéficas para reabrir una y otra vez las heridas y justificar así la necesidad de continuar efectuando lucrativas investigaciones. Vaya por delante mi intención de avivar un interés del lector por sumergirse en el mar de teorías e hipótesis que sobre el caso existen, recordando siempre que la ingenuidad, la credulidad, la veleidad o la rigidez mental son responsabilidad exclusiva del pensante particular.

La depravación inmensurable de los sucesos alcasserianos conlleva la consideración de la cuestión punitiva que subyace en la razón de todo pueblo e individuo como asunto polémico y complejo, con sus motivos, razones y pasiones asociadas imbricadas tanto en las vísceras como en los órdenes político, sociológico, filosófico, económico o científico. La ausencia de total certeza en numerosas sentencias constituye, en mi opinión, una razón definitiva para la consideración de la pena capital como un castigo inconcebible, cuyos errores convierten la ejecución de todo falso culpable en un crimen de naturaleza igualmente deleznable, casi tanto como la de los actos truculentos anteriormente descritos. Es éste mi fundamento principal, lejano a muchos posicionamientos de naturaleza solapadamente sádica e hipócrita (“que sufran en la cárcel a perpetuidad…”), el que me aleja de tal posibilidad punitiva. Los crímenes más dantescos, aquellos en que la ejecución no supone un culmen en la infamia de su desarrollo, siendo el sufrimiento extremo en sí mismo un fin, un pináculo en la materialización del ensueño psicopático de aquellos que alimentan su espíritu con súplicas, pánico y carne sufriente, constituyen la máxima violación de los principios éticos y morales que rigen o deben regir las sociedades. Los abismos rectores de las mentes corruptas que escupen su flujo radiactivo de placeres cimentados en una suerte de empatía “invertida”, gozan de gran impunidad por su sencilla dispersión cuando la coyuntura política y social diluye en la corriente de infamia y muerte generalizadas sus consecuencias más atroces. Guerras y otros conflictos, represiones de estado o cualquier falsa paz de un país o región con amplias masas reclusas o extensas selvas de criminalidad, son clásicos paraísos para torturadores profesionales o devenidos en tales por las circunstancias. España no pertenecía al conjunto de regiones turbulentas a principios de los años noventa del siglo XX, cuando Miriam, Toñi y Desiré padecieron lo inimaginable.

M-T-D

Siempre ha existido ésa una minoría dentro de la minoría de criminales irredentos anteriormente descritos, capaces de acometer sus atrocidades sobre niños. Individuos guiados, me aventuro a decir, por un componente metafísico que autojustifica el más repulsivo deleite a través de una brutal transgresión de naturaleza criminal, que haya en la vorágine sexual, carnal y sanguinolenta, una autopista que los conduce muy lejos del sentimiento lógico y común, más allá del bien y del mal, en un universo no precisamente nietzscheano.

Recordando Alcásser, observar en tantas ocasiones las catarsis vengativas de masas lebónicas auspiciadas por megáfonos que, con paroxismo gregario y cobarde, ansían linchar a cualquier acusado sobre el que caiga el señalamiento ante la mínima sospecha de autoría o complicidad en asesinatos de naturaleza tan abominable, constituye, igualmente, razón insalvable para no rehabilitar cadalsos, sogas o garrotes. Con la utopía de la infalibilidad como concepto, estas cuestiones devendrían en conclusiones asaz distintas.

Buscar el saludable, pero a la par resbaladizo distanciamiento emocional necesario para acometer una investigación sobre crímenes perpetrados contra infantes y adolescentes, integrar distintos componentes que conforman cada caso y considerar semejanzas y diferencias entre sucesos de la crónica negra nacional e internacional, nos transporta a un lugar yermo con capitalidad en Alcásser.

«La forma más pura de la existencia carnal sobre la faz de la Tierra se encuentra en los cuerpos de los animales y de críos humanos que no han crecido lo suficiente para negarse a sí mismos sus deseos naturales.»

(Anton LaVey. La Biblia Satánica)

 

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