Alfonso de Urbina Arróspide
¿Por qué los españoles no están preparados para la democracia?
Esa era una consigna que el Régimen, el de siempre, repetía en todos sus medios.
Los españoles no están preparados para la democracia, es decir, son unos menores de edad a los que hay que tutelar.
En 1972 era la pregunta a la que un adolescente de 17 años daba vueltas una y otra vez en su cabeza. La vida en Oxford, donde estudiaba interno en una academia de idiomas, transcurría en una sociedad que, según parecía, sí estaba preparada para la democracia.
En 2018 en una comida entre amigos volvió a plantear la pregunta y resumió aquellos años de juventud que había compartido con ellos en su ciudad, Madrid, que en un tiempo fue caótica, anárquica y libre, inusitadamente libre: “Aquello fue un paréntesis entre dos culpabilidades”.
Aquel fue el tiempo en el que el mismo Régimen que afirmaba la incapacidad de los españoles para gobernarse a sí mismos no había acabado su trabajo de aclimatación a los nuevos tiempos. No faltaba demasiado, los cimientos ya estaban puestos pero aún no se habían levantado las paredes ni organizado los espacios de forma definitiva y así pudieron suceder cosas en Madrid que no habían ocurrido antes ni volverían a producirse. El Régimen se ha consolidado, de nuevo la culpabilidad de los españoles ha quedado establecida y la administración del pecado original ya no es cosa de la Iglesia Católica. El Pecado Original está ahora en manos omnipresentes y omniscentes que condenan y absuelven todos los días a los españoles que siguen sin alcanzar la mayoría de edad en una democracia tutelada, invento mucho más eficaz que la democracia orgánica porque convierte los mecanismos de control y extorsión en el mismo medio en el que se produce la vida social. Ya no quedan ámbitos al margen, el fútbol no es refugio al no existir la definición explícita de Régimen, como en los viejos tiempos. Ya no es posible ser “apolítico”.
Así que los ingleses están preparados para la democracia y los españoles no. El fenómeno merecía un estudio concienzudo, era importante saber qué convertía a los ingleses en aptos para la democracia y qué incapacidad intrínseca padecían los españoles para alcanzar la mayoría de edad. Era necesario estudiar primero a los individuos en sí y comprobar si había alguna tara física o algún desorden de comportamiento que impidiera a los españoles disfrutar de su capacidad de elección en el manejo de sus propios asuntos.
La observación de los ingleses en su medio arrojó una respuesta tajante: los ingleses uno a uno y en su conjunto, en su comportamiento individual y en sus relaciones sociales no poseen cualidades especiales que los diferencien de los españoles. Más bien al contrario, creía percibir el observador adolescente, esta gente no sabe beber, son más violentos y no parecen excesivamente articulados. Y sin embargo están preparados para la democracia.
Había que seguir investigando, si no existían taras genéticas ni aberraciones en el comportamiento social, ¿qué convertía a los españoles en unos incapaces, en menores de edad sin posibilidad de hacerse mayores y romper la misteriosa tutela que se ejercía sobre ellos para evitar que se produjeran daños irreparables?
La respuesta surgió como un relámpago, había estado ahí siempre y no se veía porque era el mismo medio en el que se nacía, se crecía y se moría, no se veía como el pez no ve el agua en el que nada ni percibimos el aire que respiramos:
El español no está preparado para la democracia simplemente porque es español.
Ser español es el pecado original que requiere tratamiento y tutela. Ese pecado original es una poderosa herramienta siempre en manos de zipayos que tutelan la minoría de edad de los españoles. Comprender su funcionamiento es tarea imprescindible para romper el hechizo que nos ata al designio que define al español como inferior para su mejor manejo, explotación y custodia.
Lo q he leído me ha gustado mucho. Gran misterio el q se plantea. ¿Que nos pasa a los españoles?
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