DEFENSA DEL PIROPO DE ANDAMIO

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Ilustración extraída de https://desmotivaciones.es/carteles/andamio/recientes

Hubo poetas que hicieron de su vida un enigma y de su obra un piropo eterno a la amada. Se elevaron a las cimas de su espíritu y lo despeñaron por los riscos, derramando su sangre enamorada sobre cardos y flores.

Nada es un peligro para un poeta, salvo él mismo, pero en el otro extremo del verso, está el piropo obrero, pueblerino, ese relincho espontáneo del deseo suscitado por el paso y la visión de una o más hembras.

El político siempre odia al pobre, pero tal vez el peor de los clasismos puritanos de la hedionda modernez es pretender castigar, prohibir, multar el piropo, inocente y brutal, de cualquier cateto. ¡Qué falta de derechos humanos! ¡No todos podemos ser poetas!

Ese piropo, albañil y agrario, puede ser de dos clases: directo -cuando se elogia al espécimen avistado, “¡Menuda hembra!”-, o indirecto, que es la expresión del deseo enardecido de la carne que la contemplación de esa belleza ha provocado (en ocasiones, un simple bramido, mugido o gruño). El piropo santifica a la bestia.

perropiropoOs advertimos, leguleyos: ¡Ay del político que intente cortarle la lengua, castrar al andamio! Le auguramos un final tenebroso.

Y esas muchedumbres rijirijosas ofendidillas que andan agitando las manos, el culo y las tetas por la tele, “reivindicativamente”, ¿no os parecen un mal sueño? ¿no son como una niebla que se disipa en el esplendor de una radiante mañana de verano?

Defender el piropo de andamio es preferir el pueblo llano a las vulgares exquisiteces de profesorcillos, políticastros y periodistas. ¿Queréis prohibir lo que os ofende, lo que os resulta vulgar y molesto, hipócritas puritanos? ¿Y llamáis a vuestra cursi tiranía “avance y progreso”?

Odiáis el piropo como odiáis todo lo espontáneo y verdadero, pues hay en el piropo de cualquier abuelo más sabiduría y verdad que en vuestros cien periódicos y tres mil remilgos.

Sois el resentimiento y la impotencia queriendo hacerse ley -y sucumbiendo. Porque estáis sucumbiendo. Pero cómo, ¿no veis lo que se acerca por ahí? Es la Realidad, que viene a engulliros. Porque la realidad es esa mujer que camina con tronío delante de un obrero.

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