Adulación política en tiempos del bicho verde

Valentín González Gusi

En la actual situación pandémica, que asola de manera diferencial la economía nacional y la salud de los ciudadanos, caben innumerables preguntas y conjeturas sobre variados campos. Quizás tan importante o más que el aspecto sanitario en la gestión de la Covid-19 por parte de nuestro deleznable gobierno, lo serán el manejo y la reparación de los daños colaterales causados por la pandemia. La original pasividad del poder ejecutivo mientras en Italia ya habían comenzado los confinamientos, con el único objetivo de celebrar el 8 M, es defendida con ignorancia, fanatismo o hipocresía por quienes no ven -o dicen no ver- las causas de tal proceder. Esas negligencias no pueden ser olvidadas y habrán de ser punidas en algún momento. No es posible conocer aún la magnitud real del destrozo provocado a los derechos civiles y la economía en esta una vorágine liberticida y de ruina. Nunca sabremos la realidad de los datos ni las causas últimas de los más de cincuenta mil decesos atribuidos al coronavirus. ¿Cuántas vidas se ha llevado el bicho verde y cuántas muertes cabe atribuir a la histeria generalizada que hizo que tantos ancianos con graves enfermedades fueran abandonados a su penosa suerte en residencias? ¿Cuántos pacientes han fallecido por causas diversas y diferentes a la Covid-19 dada la saturación de hospitales propiciada por una psicosis masiva? No parece nada claro cuáles son los efectos reales de esta enfermedad desde el punto de vista patológico. ¿Sólo cabe fiarse de los médicos… o tal vez no?

Sanitarios aplaudiendo

La canonización del colectivo sanitario por parte de políticos, periodistas y ciudadanos es algo a analizar desde varios puntos de vista. El patético “minuto de amor” de las ocho de la tarde reverenciando al colectivo de marras y olvidando a transportistas, cajeras, limpiadoras o empleados de farmacia -entre otros- es un primer factor a considerar para poder adentrarnos en un sano escepticismo. La inclusión de estos trabajadores no sanitarios en el homenaje -el hipócrita “también va por ellos”- no ha sido otra cosa que una coletilla defensiva ante puntuales interpelaciones al respecto. Que médicos y enfermeros no son personas más “humanas” por el hecho de trabajar en la curación directa de enfermos, es algo que sabemos todos. Ser conscientes de esta ausencia de diferenciación es clave, especialmente en tiempos confusos y nada salubres como los actuales. Desde el punto de vista ético, los sanitarios en su conjunto no son más fiables que cualquier otro gremio, y menos aún cuando son objeto de una extrema adulación emitida por todo el espectro ideológico. Nuestras degeneradas élites no luchan contra el virus, sino que se encuentran inmersas en una intensa batalla política, siendo médicos y enfermeras piezas clave para orientar la contienda. Desde esta perspectiva, formulemos la siguiente custión: ¿Existe algún colectivo qué, ante persistentes alusiones a sus condiciones laborales, siendo justas o no dichas lástimas, se plante y diga: “señores políticos, no estamos tan mal como ustedes dicen”? La pregunta es, obviamente, retórica. Y es que las canonizaciones grupales son siempre una mala idea. Los casos de pilotos y controladores aéreos, cuyo ejercicio del derecho a la huelga parece siempre un tanto insultante dados sus enormes salarios, pueden darnos una pista de por dónde van los tiros; incluso los muy acaudalados pueden sentirse víctimas. Dado que en tiempo de “ofendiditos” conviene cubrirse bien las espaldas, parece necesario reseñar que, pese a todo lo aquí expuesto, somos conscientes del estrés al que están sometidos los trabajadores del sector sanitario, o que sabemos de la explotación que padecen los recién licenciados en medicina y enfermería o salidos del MIR. El temor a confrontar la corriente dominante es siempre ley.

Fuera ya del terreno moral y/o ético, hay más cuestiones. Inmersos en el otoño y a poco más de dos meses de la estación invernal, comenzarán los contagios masivos de gripe, enfermedad que mata anualmente a unas quince mil personas en nuestro país. Siendo o no fiables las pruebas PCR, y dado el altísimo porcentaje de positivos por coronavirus que resultan asintomáticos, la inclusión de la gripe común en el cóctel supone una mezcla absolutamente explosiva. ¿Es posible caer enfermo de ambas enfermedades a la vez?, ¿en tal caso, qué síntomas serán atribuibles a una u otra enfermedad? ¿Cómo distinguir positivos asintomáticos y con febrícula y demás efectos ocasionados por gripe, de positivos y con efectos de covid? Los informes sobre la sintomatología del virus han variado muchas veces, pensemos en ello.

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