UCRANIA 3

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Frank G. Rubio

No insistiremos nunca lo suficiente en afirmar que, sin Ucrania, Rusia deja de ser un Imperio pero con Ucrania, sobornada o subordinada, Rusia automáticamente se convierte en uno. Zbigniew Brzezinski

Mapa de Rusia, s. XVIII

Este artículo tratará de sintetizar el pasado de este país, más extenso que España y con una trayectoria histórica documentada bastante menos larga, y comentar sus más destacados pormenores. Lo hará imperfectamente porque tres mil palabras no pueden abarcar, en modo alguno, una cuestión de este calibre pero como gran parte de los lectores lo son de prensa y no tienen demasiado conocimiento del asunto, no digamos ya quienes siguen la información vía pantalla, seguramente les resultarán aclarados con su lectura algunos puntos básicos. Más tarde podrán profundizar si lo desean a fuer de comparar acontecimientos de la historia de nuestro país, que seguramente conocen mucho mejor, con los que encontrarán suculentos paralelismos y significativas divergencias. La finalidad es ayudar a comprender qué está ocurriendo allí. La Historia le es indiferente a los fanáticos religiosos e ideológicos, entre los que no dudo en incluir los devotos del “cientifismo” o del “perfectibilismo democrático”. Estos últimos los seguidores del “pensamiento Alicia” que mentaba don Gustavo Bueno. Por descontado esta gente “solidaria” y “democrática” no piensa, ni hace nada gratis. No son generosos, ni virtuosos, son ignorantes.

Para quienes tienen un mínimo respeto por las realidades e inquietudes, sin duda el conocimiento geográfico, histórico y espiritual de los humanos organizados en grupos les abre la puerta a entender muchas cosas. Incluso los conflictos.

Ahora, y con relación a la guerra recién inaugurada que tiene lugar en esta zona del mundo, aunque como guerra civil lleva en el escenario ocho años, me niego expresamente a llamarlo Europa por el contenido político deformador que hoy ha adquirido esta palabra en el entorno de la Unión Europea y en un pasado no muy lejano con Hitler. Si se habla de causas, y se menciona en ellas alguno de los elementos que pondré seguidamente al alcance del lector, las sensibilidades mostrencas entregadas a la desinformación que injertan los medios de comunicación electrónicos de masas, no importa el bando, se sentirán ofendidas de inmediato. No otra cosa es mi intención con este tipo de lectores, aclaro. Este artículo va dedicado en exclusiva a quienes quieren comprender. Para escuchar patrañas diseñadas para modular las emociones tienen numerosas y cualificadas “fuentes” aquellos que gustan compartir la mente de grupo.

El origen histórico de Rusia y Ucrania es exactamente el mismo. Ambos países, que hoy contemplamos durante el primer tercio del siglo XXI como naciones-estado enfrentadas, nacen en Kiev. Y lo llamo Kiev que es la versión rusa sin ánimo polémico. Sin respeto alguno por lo tanto por quienes entiendan en este uso una ofensa. En Ucrania se lleva vertiendo sangre o restringiendo la libertad de las personas, por motivos lingüísticos o etnolingüísticos, desde hace mucho tiempo. Gran parte del conflicto actual viene de ahí. 

Mapa del año 1769, en amarillo territorios del Imperio Otomano

En esta zona del mundo, alejada del Mediterráneo y de las civilizaciones que nacieron y se desarrollaron a sus orillas, los vikingos (varegos) fundaron el estado de Rus en el año 862 AD. Lo hizo Oleg de Novgorod. Oleg (“aquel que dispone de gran salud”), como todo monarca legítimo fuerte, fue un unificador y unió, valga la torpeza de la expresión, las tierras del norte y el sur bajo una autoridad única; las del sur estaban pobladas por eslavos orientales. Más de un siglo después se produce la adopción del cristianismo como religión, durante el reinado de Volodimir (“gobernante del mundo”). Estamos en el umbral del año 1000 AD y aquí, al contrario que en otros lugares donde las mentalidades percibían la cercanía del “fin del mundo”, la Historia, que es el modo en el que los hombres y la providencia o los dioses cooperan, sólo estaba a punto de empezar. La cultura rusa se basa en una síntesis de lo griego bizantino y lo eslavo. La invasión de los mongoles pone punto final a todo esto. Kiev es destruida en 1240.

Como señala Serhy Yechelchyk en su libro Ucrania: nacimiento de una nación moderna (Oxford University Press, 2007) Ucrania es el segundo país más grande de Europa en extensión, después de Rusia. No hubiera podido decir esto en 1988 porque Ucrania no nace como país independiente hasta 1991, tras el colapso de la URSS. Cierto que entre 1918 y 1920 apareció una breve república en el contexto de la disolución del zarismo y la emergencia del “imperio del mal” (que lo fue). No por breve será menos influyente en el imaginario político de la que la siguió (1991). Nos ocuparemos de ello en su momento.

Hay que esperar al año 1362 y a la batalla de las Aguas Azules, donde los lituanos vencieron a la Horda Dorada mongola, para que Kiev sea anexionado al Gran Ducado de Lituania. En 1569 se produce la Unión de Lublín entre Polonia y Lituania. En 1581 se tradujo la Biblia por primera vez a una lengua eslava y en 1596 se crea la Iglesia Uniata: numerosos obispos ortodoxos firman un acta de Unión con Roma. Acatan al papa como autoridad suprema en cuestiones de fe y preservan el rito bizantino. Contra lo que muchos puedan suponer por lo que les han enseñado en el colegio (poco o nada) esta zona del mundo no era menos civilizada, ni menos proclive a la creatividad cultural que la que contenía por entonces a españoles, franceses, ingleses o turcos.

En 1492 aparece la primera mención documental a los cosacos. Porque Ucrania está unida indeleblemente a este grupo de guerreros nómadas, que muchos hemos conocido en la infancia a través de la película norteamericana Taras Bulba (J. Lee Thompson, 1962) basada en la obra de Nicolás Gógol (1809-1852) Cosaco viene de la palabra turca “kazak” y significa “hombre libre”. En 1620, con el apoyo de estos valientes, que habitaban en el sur de la estepa desde el siglo XV, se restaura la Ortodoxia en Kiev.

La nobleza polaca reclutó en numerosas ocasiones a los cosacos para luchar contra los tártaros que desde Crimea lanzaban expediciones periódicas de saqueo a la búsqueda de esclavos. Pero la afluencia de numerosos campesinos, cansados de servir a sus señores, y la desconfianza de los gobernantes polacos, que no olvidemos eran católicos, condujo en 1638 a la restricción de numerosos derechos de estos luchadores. En 1648, mientras en la Europa occidental se firmaba la Paz de Westfalia, en  la cuenca del Dnieper y en la estepa se produjo la insurrección de Bohdán Jmelnytsky (1595-1657) que venció a los polacos en colaboración con los tártaros. Se creó pues un Estado Cosaco autónomo en Ucrania en 1649. En 1653, por el Tratado de Pereyáslav,  los cosacos juran fidelidad al zar Alejo I (1629-1676) El titulo de los Romanov cambió entonces de “Zar de toda Rusia” a “Zar de toda Rusia Grande y Pequeña”. Y aquí comenzó una etapa decisiva para los habitantes de esta zona del mundo y sus herederos, muchos de los cuales no acataron de buen grado el dominio despótico de los zares. El mismo Jmeltniski, arrepentido, trató de coaligarse con los suecos contra los rusos. Rusos de su tiempo que ya apuntaban maneras.

Sintetizando: la relación de Rusia con los territorios que con el tiempo devendrán Ucrania, que significa “frontera” y cuyo nombre no aparece hasta el siglo XVI, tiene un carácter ambiguo. Rusia nace en Kiev pero la invasión mongola y casi trescientos años de dominio polaco y lituano sobre esta zona, plena de estepa y bosque, dan un sello distintivo a la cultura de los habitantes de estos espacios con relación a los que viven bajo el ámbito de irradiación de la Tercera Roma moscovita. Rusia, ya en el siglo XVII y con la incorporación de este territorio, se convierte en la potencia europea más fuerte en territorio y población de su tiempo. El termino “ucranianos” no aparecerá hasta el siglo XIX donde comienzan a despegar, por influencia del romanticismo, las ideas nacionales que acabarían germinando en república, en el contexto de la Revolución rusa y a finales del siglo XX.

Recordar al lector que en 1876 se prohibirá la difusión de literatura en ucraniano, incluso las representaciones teatrales, gobernaba por entonces Alejandro II (1855-1881). Pero ya en 1720 Pedro el Grande (1672-1725) prohibió imprimir libros en ucraniano, variante de lengua eslava surgida con los cosacos. La rusificación forzada se practicó con distinta intensidad durante el gobierno de los zares. Esto nos ayuda a comprender, entre otras cosas que ya conoceremos, cómo los ucranianos que hablan ucraniano, la gran mayoría (salvo en las zonas orientales del país), no sientan ninguna simpatía por sus vecinos. Que ¡atención! no eran por entonces comunistas, ni nada parecido.

Volvamos a nuestro tiempo. De los seis presidentes de la flamante república ucraniana (1991-2022) cuatro, los cuatro primeros, fueron miembros del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) La transición a la democracia se hizo sin revolución alguna o ruptura de ningún tipo, como diría García Trevijano (1927-2018), y aunque el partido comunista fuera prohibido en 1991 el estilo básico fue la continuidad. Esto ha resultado catastrófico para la economía y la vida de los ucranianos. En 1993 ya surgen votos de protesta y de nostalgia por la URSS en Donestk. Se forjan pronto los símbolos comunes de la nación: himno, bandera, escudo de armas y lengua de Estado. ¿Maquillaje nuevo para putas viejas?

Pero el colapso económico y la corrupción serán, casi de inmediato, las realidades con las que que bregarán a fondo los sufridos habitantes del país. Aún están en ello. Ucrania era una tierra dedicada a la industria pesada y a la fabricación de armamento, dependiendo además del petróleo y gas rusos. Ucrania incluía por entonces Crimea y el control de la Flota del Mar Negro. Dos intangibles a los que Rusia, como veremos, no estaba dispuesta a renunciar. Antes de continuar, destacar que Crimea fue un estado fundado por los mongoles (el kanato de Crimea) que luego devendría vasallo de los turcos y que pasó a manos rusas de manera definitiva en 1783 con Catalina II (1729-1796). Durante la guerra civil que siguió a la revolución rusa, Crimea se convirtió en el ultimo bastión de los “rusos blancos”. Fue Kruschev (1894-1971), de origen ucraniano, quien por motivos de prestigio y celebrando el 300 aniversario del tratado de Pereyáslav antes citado, la incorporó con calzador a Ucrania. Corría el año 1953/4. De aquellos polvos vienen estos lodos.

El primer presidente fue Leonid Kravchuk (1991-1994) un descarnado representante del aparato soviético, cuyo gobierno dejó como herencia una gran corrupción y una inflación brutal, que se comunicó a Rusia (aun no había moneda propia). Era un apasionado defensor de los subsidios a las industrias en coma. Su periodo englobó el acuerdo con George H.W. Bush (1924-2018) y la Confederación Rusa para, entre otras cosas, desmontar las armas nucleares. Ucrania era el tercer arsenal del mundo y fue el primero en ser desmontado pacíficamente.

 El segundo presidente de la república fue Leonid Kuchma (1994-2005), antiguo director de una fábrica de misiles, miembro pues del complejo militar industrial soviético y asociado a la Trilateral.

Con él se completa el asunto expuesto en el Memorando de Bucarest sobre las armas nucleares, la Flota del Mar Negro y Crimea. Al final de su gobierno se produce la “revolución naranja” producto de un intento descarado de fraude electoral que habría dado el poder a Viktor Yanukovyich sobre Viktor Yushchenko (2005-2010) El poder judicial ordenó la repetición de los comicios. De Yanukovich, un antiguo criminal condenado dos veces a prisión entre 1967 y 1970 en la URSS por robo y asalto, oiremos hablar de nuevo unos años después. El candidato vencedor fue víctima de un envenenamiento con una dioxina relacionada con el “agente naranja” poco antes de las elecciones, su rostro quedó desfigurado. Con este último gobernante se tomaron algunas medidas de saneamiento económico. Como director del Banco Central había creado una moneda propia (grivna) para su país cuando dirigió el Banco Central en la anterior Administración.

Corrupción, inflación brutal, hundimiento en la pobreza de cerca del 40% de la población y surgimiento de una clase de nuevos ricos (los oligarcas) dejan claro al lector inteligente que no había demasiada diferencia por aquel entonces entre rusos y ucranianos; al menos con relación a los procesos políticos, sociales o económicos macroscópicos. Una gran parte de los judíos que vivían en Ucrania emigraron masivamente por esta época (finales siglo XX) a Israel y numerosos ucranianos hicieron lo mismo con los países colindantes. Tanto Yushchenko como Yanukovich, que accedería al poder en 2010, fueron miembros también del PCUS. Señalar que la Rada (parlamento), con la que se operó el nacimiento de la segunda república ucraniana, había sido elegida en 1990 bajo la normativa y con los procedimientos soviéticos.

En 2005 se celebra en Kiev Eurovisión. En 2008 comenzará la guerra ruso-georgiana, precedente del conflicto actual en Ucrania. Con Kuchma, y doce años de “transición” postcomunista, gran parte de la población había retornado a una economía de subsistencia.

La victoria de Yanukovich, posibilitada por el conflicto interno de Yushchenko con Yulia Timoshenko, peón de George Soros, desencadenará cuatro años después la «revolución por la dignidad» que se iniciará en la plaza de Maidan en Kiev, llevará al exilio a Yanukovyich y decidirá a Vladimir (“gobernante del mundo”) Putin a invadir Crimea.

La presidencia de Yanukovich vio agravadas todas las tendencias anteriores, su hijo edificó un poderoso imperio mafioso y el “capitalismo de amigos”, la economía normalizada en Ucrania, adquirió el sesgo de la Cosa Nostra. El modo de vida aceptado en su país, por lo demás, así como en el país vecino. Y en otros lugares situados en la zona especializada, según leyendas opiáceas, en la creación de “valores” en la que habitamos pero, por higiene, no vamos a mencionar.

Quiero señalar con ello que no insinúo que nuestro sistema político y económico, al que un crítico ha calificado de “administración del desgobierno, y que nos bombardea de continuo con melifluas referencias al “estado de derecho”, sea peor o mucho mejor. Ni una cosa, ni otra. Aquí partimos de posiciones menos degradadas y se respetan algunas formas. Aquí llamamos a los oligarcas “emprendedores” o “banqueros”, por ejemplo. No me cabe duda que ambos modos de practicar el saqueo y la tiranía, el oriental y el occidental, convergerán en breve (ya lo están haciendo), quizá en menos de una década. Pero no nos engañemos: la corrupción en Ucrania en 2014, en el umbral del Euromaidan, era la mayor de Europa. Y había buenos profesionales compitiendo…

Anti-government protesters gather on and around barricades at a road block in central Kiev on January 26, 2014. The Ukrainian opposition vowed to press on with protests despite an offer of top posts made by President Viktor Yanukovych as protesters took control of another building in the capital on January 26. Two months after the protests began in November over his decision to back out of an EU pact Yanukovych on January 25 offered to share leadership with Arseniy Yatsenyuk as prime minister and Vitali Klitschko as deputy prime minister in a bid to end the crisis. AFP PHOTO/ SERGEI SUPINSKY

Yanukovich (2010-2014) continuó el acercamiento a la Unión Europea que había sido, al menos de boquilla, uno de los leit motiv más destacados de la política ucraniana de sus predecesores pero comete el error de suspender el proceso iniciado para la firma de un Acuerdo de Asociación con Bruselas. Rusia se oponía y ofrecía un tratado alternativo. Se inician los disturbios y se hacen más graves en 2014 cuando el presidente, con un estilo netamente sudamericano, abandona la capital en helicóptero sin dirigirse al parlamento (Rada). Hubo bastantes muertos en las manifestaciones y se utilizaron sistemas de trazamiento con los móviles de los particulares, que recibían mensajes amenazadores de la policía. Putin aprovechó su caída para “reconquistar” Crimea. Por Yanukovich no movió ni un dedo. A partir de ahora se ponen las bases para un conflicto armado con Rusia.

TOPSHOT – Ukraine’s former leader Petro Poroshenko waves during a rally outside the airport upon his arrival in Kyiv on January 17, 2022. – Ukraine’s former leader Petro Poroshenko was expected to return on January 17, 2022, from Europe despite the risk of arrest, as he vowed to help protect the ex-Soviet country from a possible Russian invasion. (Photo by Genya SAVILOV / AFP) (Photo by GENYA SAVILOV/AFP via Getty Images)

Con Petro Poroshenko (2014-2019), primer presidente de la república que no fue comunista, se inicia el conflicto con determinadas zonas de habla mayoritariamente rusa situadas al este del país que reclamarán su independencia (Donetsk y Lugansk). Rusia, como hemos señalado, se apodera por la fuerza de la península de Crimea. No me detendré en esta cuestión salvo para afirmar que las muertes han sido abundantes, cerca de 16.000 personas, una guerra civil en toda regla. Imagínense que Cataluña y el País Vasco se declarasen independientes y recibiesen asistencia económica y militar por parte de Francia. Aquí Rusia ya invadió Ucrania. Tanto la UE como USA sancionaron a la primera y apoyaron a la segunda. Sin la intervención rusa los especialistas han señalado que Ucrania hubiera ganado el conflicto. Poroshenko es un decidido europeísta y billonario, que en 2015 otorgó a George Soros la máxima condecoración estatal. Durante su presidencia decrece, según algunos, la corrupción. Aparece mencionado en los papeles de Panamá con Zelensky que llega al poder en 2019 presentándose como candidato renovador y anticorrupción. Ese es el nivel de la casta política ucraniana, similar pues a la nuestra.

Poco voy a comentar sobre el sexto presidente ucraniano a quien los medios occidentales han convertido en un estratega de la talla de Aníbal. Su campaña electoral, en la que procuró no debatir con sus contendientes y hacer uso fundamentalmente de los recursos de Internet, fue netamente postmoderna. Es bastante peculiar que un actor llegue a presidente de un país en la ficción, antes de hacerlo en la realidad. Parece una idea de Philip K. Dick. Él mismo produjo una serie que interpretó.

Prometió terminar el conflicto con Rusia, gran parte de la derrota del anterior presidente en los comicios viene por la hartura de la gente con el conflicto del Donbass, y si lo cumple será después de  haber posibilitado, con su pésima gestión diplomática, que arrasaran su país. Todo en este personaje es virtual, por no decir falso. Pero aun no tenemos distancia suficiente para poder pronunciarnos de manera demasiado tajante. Muchas de sus propuestas son deleznables pero ya ha sido convertido, con la magia potagia de los mass media occidentales, en un símbolo de la resistencia ucraniana.

Propone cambiar la ley electoral y adoptar un sistema proporcional con listas cerradas, ahora es mixto fifty fifty. es decir instaurar una oligarquía oficial… ya ha introducido leyes sobre la desinformación que restringen la libertad de prensa. También está más que relacionado con el billonario Boris Kolomoisky, banquero residente en Suiza dedicado a desvalijar ahorradores, que tiene prohibida la entrada en los Estados Unidos por corrupción. Al igual que el presidente este personaje, al que se califica de “oligarca” en todos los mentideros, es judío pero menos honesto que el buen Zelensky. Al menos por lo que nos cuentan hasta ahora los media.

En el siguiente artículo profundizaremos sobre las causas del conflicto e incluiremos, para terminar, datos sobre la actual república y la que la precedió.

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