Alfonso de Urbina Arróspide
Las palabras son las herramientas más poderosas porque hacen magia, crean y cambian la realidad.
La palabra democracia, por ejemplo, permite invadir países y arrojar bombas atómicas sin pestañear. La palabra igualdad permite exterminar masas de humanos a los que se consideran poco iguales.
Hay que escoger bien las palabras. Oiga, he matado a diez para mantener mis privilegios -Es usted un criminal. Yo he liquidado a 1.000 en nombre del progreso -algo habrán hecho.
Las grandes palabras están para eso, para cometer crímenes.
Si usted quiere matar, robar, oprimir, estrujar, mentir y aplastar no se va a apuntar a una organización cuyo objetivo manifiesto sea el asesinato, el robo, la opresión… sino en una agrupación que se postule como herramienta de progreso, igualdad, justicia social y redención del oprimido.
Así las grandes organizaciones criminales buscan la liberación de la nación oprimida, de las clases explotadas y los estados represores.
Y de este modo vamos progresando hasta la extinción, fin último de todas las cosas.