Aberrante actualidad 8. Abril de 2020. ACUSACIONES Y PREGUNTAS

Paco Arellano

 

Coronavirus SARS-CoV-2 de CDC en UnsplashSi yo fuera tan buen escritor como Émile Zola podría escribir sin esfuerzo un nuevo «J’accuse» y quedarme tan ancho. Naturalmente, no estoy a la altura ni de lejos y sé cuáles son mis limitaciones. No puedo más que tomar un poco de su título y hacer con él lo que mejor pueda, que no será mucho. Hay quien dice de estos escritos míos que se nota un montón que los hago a primerísima hora de la mañana y en pijama y en el salón; supongo que además se pensará que los haré ante una vieja Olivetti mugrienta y herrumbrosa que tengo colocada encima de una de aquellas mesitas metálicas de color verde oxidado donde se solían situar este tipo de artilugios. Pero no, la verdad es que no… al menos no en su totalidad. He abandonado la Olivetti y, en cuanto a lo demás… premio.
Una vez situados, en el salón y con el portátil a mano, vamos a ver qué nos ha deparado la realidad desde que escribí la última aberración hace ya un mes. La verdad es que no ha pasado mucho (o que ha cambiado muy poco), al menos si nos fiamos de las noticias de dan por televisión, radio y otros muchos medios, todos ellos oficiales.
El coronavirus (llámelo cada uno como quiera) ha pasado a ocupar todos los ámbitos de nuestras vidas y somos incapaces de distinguir cualquier cosa que no tenga algo que ver con otros asuntos. El coronavirus planea sobre nuestro entorno y no nos deja ni a sol ni a
sombra, supongo que con razón. Estoy escribiendo el día siguiente al que han dejado salir a los niños a la calle por primera vez en cuarenta y tantos días y las criaturitas han echado a correr con su balón, con sus dinosaurios de pega, con sus muñequitas… todo muy entrañable y cariñoso, con sus papás o con sus mamás, pero no con sus mamás y con sus papás, porque se conoce que eso de la pareja contamina más el ambiente o contagia más que la coyunda habitual (qué suerte tenéis algunos, bribones). Para uno de estos días van a dejar salir a los ancianitos, por si alguno se les ha escapado con vida; nunca hay que dejar pasar la ocasión de echar a perder una existencia, por antigua y vetusta que sea. Mientras tanto, seguimos sin hacer pruebas masivas a la población y todos, o muchos al menos, seguimos confinados en este arresto domiciliario en el que nos tienen encerrados hasta vaya usted a saber cuándo; y, además, muchísimos de nosotros al menos, sin trabajo ahora y sin trabajo después… se empieza a hablar de unos seis millones de parados, de un PIB que se va a derrumbar entre un 6 y 13 por ciento (mentira, porque la realidad es que el hundimiento será del 15 al 22 por ciento, dicen los expertos) y de una economía paralizada en su totalidad o casi hasta las navidades, que será, más o menos, cuando la pandemia golpee de nuevo y nos veamos otra vez recluidos
sin derecho a paseo por el patio, solo por el pasillo. Y, eso sí, todos los días a las ocho de la tarde, todos debemos salir al balcón con caritas de gilipuertas a aplaudir a los policías, enfermeros, médicos y cualquiera que haga lo que sea para aliviar la carga de nuestro dolor, que es lo que nos ha encargado el Gobierno que hagamos mientras ellos se espatarran de la risa que les damos al vernos tan obedientes. Pero seguimos sin hacer nada positivo por salvar a la población.crisis
Voy a poner unos pocos casos delante de la vista de mis lectores para que entiendan por dónde quiero ir. Por ejemplo: ¿están pagando ya a los que expulsaron de sus trabajos diciendo que iban a hacer en sus empresas regulaciones temporales de empleo (los famosos ERTE que la ministra de Trabajo, otra ignorante de las muchas que circulan estos días por nuestros pasillos ministeriales no sabía ni explicar ni, naturalmente, entender, que para eso ella es mujer, tonta y no sabe más que reírse como si tuviera una pulga recorriendo sus carnes pudibundas) y que no tenían que preocuparse por nada, que en unos días empezaban a cobrar y que en nada de tiempo recuperarían su antiguo trabajo? La verdad es que no es así, porque no lo están cobrando más que unos pocos privilegiados y a los demás que les vayan dando (sin paliativos). En esta situación económica, no es de extrañar, nada de extrañar, que las peticiones de ayuda a una entidad que los de izquierdas detestan porque hace lo que ellos son incapaces de hacer (me refiero a Caritas, claro) se estén disparando de manera escandalosa y que gente que nunca había necesitado ayuda para comer (para comer, exactamente para eso: para nutrirse, para alimentarse) estén ahora al borde del agotamiento financiero de ahorrar durante toda la vida para poder subsistir quince días. Los prebostes de los ministerios se han ocupado muy bien de arruinar al país y a sus paisanos, haciendo que a los pobrecillos españoles les resulte imposible dar algo de comer a sus hijos sin ayuda de la caridad. Porque hace menos de dos meses los españoles (bastantes, no todos, como siempre) tenían un mal trabajo que les permitía poner algo encima de la mesa.
Ahora ya no. Veo en el horizonte cartillas de racionamiento para los trabajadores y restaurantes de lujo para los mandamases del partido (de los partidos, que son muchos los que tienen que hundirnos en la ruina, no solo unos pocos). Y ya puestos a preguntar: ¿dónde están los liberados sindicales; les han aplicado un ERTE o siguen cobrando sin trabajar por su patria y por esos trabajadores de los que tanto hablan y de los que tanto se desentienden?
Otra preguntilla: ¿están haciendo algo para solucionar el tema de las pruebas médicas para averiguar si el paciente de turno tiene o no tiene la enfermedad y si se le puede soltar al mundo para seguir haciendo una vida normal? Esto sería fundamental para que nuestra vida tuviera un cierto cariz de normalidad, porque de otra forma… Los niños no han sufrido la enfermedad como los mayores y apenas ha habido víctimas entre su población, pero a estos sí les dejan salir a la calle y a los demás los mantienen recluidos, aunque ya hablan de dejar salir a los ancianos, con lo que tenemos la bomba perfecta: los que más contaminan (los niños) con los que más se mueren (los ancianos).
testSacarán los abuelos a pasear a los nietos y empezaremos de nuevo con el tiovivo de hospitales atestados en urgencias y servicios de cuidados intensivos sin una sola cama libre. El otro día escuché por la radio a un sinvergüenza malnacido (debía ser algún tipo de sacerdote por el tono que empleaba) decir que él tenía la suerte de tener un inmenso jardín donde podían salir a pasear sus hijitos (tres, les digo yo, que son tres) sin riesgo ni para su salud ni para la de nadie, y mira qué bonito.
Yo también quiero tener un chalet de un millón de euros con «de todo», incluida una piscina semiolímpica y una tinaja o dos donde poder colocar a mis amigos y amigas; así podría sacar a pasear a mis niños y enterrar a mi gato si llega el caso. Este mismo sujeto es el que dijo que las residencias de mayores eran cosa suya, cosa suya por entero; supongo que con todos los muertos que hay en las residencias debido a su malísima gestión de las mismas, deberá hacerse cargo moralmente hablando de todas esas víctimas, a menos que… a menos que sean consideradas como las primeras víctimas de la eutanasia que quieren imponer entre la población para aliviar sus dolores y pesares.
¿Por qué nos miente el Gobierno cada vez que abre la boca? ¿Por qué no sabemos el número exacto, exacto hasta con seis decimales, de contagiados, de muertos por la enfermedad o por causas que sean achacables a la misma? ¿Por qué no nos dicen si esto tiene cura, si tiene una casuística clara o si seguimos dando palos de ciego como si fuera el primer día, aquel en el que el señor Don Simón y el corrupto representante de la Organización Mundial de la Salud, que no dejaba de alabar la labor de China como paladín del mundo saludable, salió diciendo que aquí íbamos a tener un caso o dos como mucho? Yo me imagino que la cura será como la de la gripe: una semana con medicación y/o una semana sin medicación. Pero aquí tenemos el agravante de que se mueren decenas de miles de personas y parece que nadie se va a hacer responsable… y que no quieren serlo, lo de responsables digo, porque se les ve con cara de compungidos pero con sonrisillas de soslayo en cuanto nos descuidamos: en una palabra que les viene a dar lo mismo.salvador illa fernando simon
Más preguntas insidiosas: el ministro de Sanidad, señor Illa, estudiante de filosofía, que no filósofo, ¿ha conseguido ya un test válido para saber si tenemos el coronavirus y si vamos a seguir contagiando, dado el caso, a nuestros vecinos y familiares más cercanos? Lo dudo. Este ministro, gran hombre con una selección de ayudantes y ayudantas de gran calado (un par de ejemplos: el señor Don Simón, nombre que le debe venir por aquello del vino; también la señora Leire Pajín, aquella ministra de la época de Zapatero que no sabía qué uso había que darle al champú de huevo y que, por lo que sé, nunca ha trabajado de nada, ni siquiera de cajera de supermercado, aunque sí se que se merece un trabajo así de fácil), ha comprado varias partidas de material médico en diversos países que han tenido siempre una gran cualidad: la de no valer para nada pero costar un montón. ¿A quién le ha ido a caer el premio gordo de todo este dinero malgastado, de todas las comisiones que tales gastos conllevan, cifras millonarias tiradas al retrete de la incompetencia de estos sujetos que, si no son malintencionados, son algo muchísimo peor? Hablando en casa del tema he propuesto dos soluciones mucho más baratas y que podemos apañar nosotros mismos: para el tema de las mascarillas, propongo unas mascarillas hechas con papel higiénico y collares de los niños; nos bastaría con colgar el papel higiénico para que nos cayera por delante de la boca y ya está (los pudientes pueden ponerse papel de seda o la mismísima seda; total, al final va a darles lo mismo Juana que su hermana). En cuanto a los test es más fácil todavía: el nuevo test que propongo vale medio euro, o veinte céntimos o diez céntimos, si llega el caso: se da una caja con la moneda dentro y la moneda, para efectuar el test, se arroja al aire y se elige cara o cruz. Las probabilidades de acertar son del cincuenta por ciento, cuando los test que nos costaron decenas de millones de euros solo tenían un treinta y tantos por ciento de fiabilidad; este test, mucho más fiable que los oficiales, además, lo podemos hacer solitos y sin salir de casa; por no hablar de que es infinitamente más barato, rápido y cómodo: nadie te va estar introduciendo objetos rarísimos por la nariz. Está también lo del zahorí, pero como no nos dejan salir a pasear, puede resultarnos complicado conseguir las ramitas de avellano necesarias para hacer tan sofisticado trabajo.
alberto-garzon-ministro-de-consumo-foto-congreso-de-los-diputados_15_1000x564Se me ocurre sobre la marcha: tenemos un ministro de Consumo, un tal Garzón, al que me gustaría preguntarle una cosita: si él es el ministro de Consumo, ¿dónde está el abastecimiento de todos los bienes médicos que necesitamos para intentar solventar esta pandemia? ¿O no es cosa suya? Este individuo, personaje inepto donde los haya (es ministro de tragaperras, mire usted por dónde) lleva en la solapilla (véase su foto en wikipedia) un emblema triangular de color rojo que también le he visto a Pablo Iglesias y que supongo que llevarán algunos otros miembros gubernamentales. ¿Saben lo que es eso? Pues se lo voy a explicar: es el emblema que les daban a los comunistas en los campos alemanes durante el periodo nazi (o lo dijo él o lo dijo Iglesias, dos lumbreras de nuestra cultura), así que es algo que indica que son comunistas; pero, dado que en Europa en los años treinta y cuarenta del pasado siglo no había eurocomunistas y sí comunistas seguidores de Stalin (que tanto juego dieron en nuestra guerra civil), entiendo que lo que quieren decir es que son comunistas de la muy vieja guardia: que son estalinistas, vamos. Y así se fueron a jurar ante el rey o a prometer o a lo que fuera con su simbolillo de comunistas de mierda. Si yo me pusiera en la solapa una insignia del NSDAP, ¿cuánto iban a tardar en detenerme por apología del nazismo? ¿Acaso no había prohibido el Parlamento Europeo la existencia de partidos nazis y comunistas y toda su simbología? A lo mejor es que los comunistas son buena gente y los demás son basura; a lo mejor es que todos son basura, los unos y los otros, y que todos tenían que estar prohibidos sin remisión?
ana-pastor-y-antonio-garcia-ferrerasAlgo más: Isabel Celaá, ministra de Educación y otras cosas, la misma que dijo que nuestros hijos no son nuestros hijos, que son hijos del Estado (menuda ocurrencia comunistoide), dijo hace unos días que había que estar de acuerdo con todo lo que decía y hacía el Gobierno porque, no hacerlo, era un bulo y además era mentira. Esto quiere decir que… ¿tenemos que estar de acuerdo en todo lo que se les ocurra a los ignorantes prepotentes que nos gobiernan porque, si no lo hacemos, estaríamos incurriendo en el pecado del bulo peor intencionado del mundo? Menos mal que Ana Pastor (la de La Sexta, claro, la esposa de un tal Ferreras que viene mintiéndonos desde el 11-M a cuenta de todo lo habido y por haber) vigila desde su empresa Newtral junto con otros que velan por la verdad desde una página web que se llama Maldita (y que debería serlo, claro), ambas financiadas en última instancia por el señor Soros, el malo malísimo de toda esta historia. Ellos nos dicen lo que es verdad y lo que es mentira, lo que podemos decir y lo que no porque, si no obedecemos, acabaremos en la trena y sin bienes (todavía menos) porque tendremos que indemnizar a todos aquellos a los que hayamos ofendido con nuestros bulos (aunque estos bulos puedan ser verdades como puños), aunque ellos disfruten de abundantes bulas. Ahora la moda es que no hay que difundir mentiras (ellos nos dirán lo que es mentira y lo que no) y estar con el Gobierno a lo que este nos mande, sea lo que sea, aunque sean las gilimemeces a que nos tienen acostumbrados todos ellos, desde las prédicas de los sábados de Pedro el Guapo con preguntas amañadas hechas por periodistas paniaguados y mercenarios hasta las ruedas de información del señor Simón, el del vino, sí, ese mismo, todos los días para salir diciéndonos que todo está mejorando porque ayer solo murieron trescientas, cuatrocientas, o quinientas personas de nada. Lo que no se acuerdan es de decirnos que muchas de esas víctimas mortales podrían no haberlo sido si hubieran actuado como Dios manda y no como unos malnacidos que solo querían adoctrinarnos como fuera para la manifestación de las feminazis y la ley de libertad sexual. Acuérdense de Carmen Calvo, la de Cabra, la egabrense (que a nadie se le ocurra decir que es una… bueno, ya se lo imaginan, pero las cosas no van por ahí, claro) diciendo que había que ir a la manifestación de la Mujer porque no hacerlo era perder vidas… y sí, era verdad, hasta cuarenta mil vidas humanas de hombres y de mujeres y cada día más. Pero vamos a salir al balcón a aplaudir como subnormales a gente que podría merecérselo, aunque todo está por ver.aplausos-1
Y puedo seguir así hasta el aburrimiento, el de mis lectores y el mío propio. Porque esto es un no parar: cuando uno u otra dice una tontería que no tienen cabida en una nueva antología del disparate, otra o uno intenta superarle y lo consigue, ¡voto a bríos!, porque para eso valen más que nadie. Me cuesta trabajo pensar que todo esto no sea un plan predeterminado de antemano para acabar con nosotros y con nuestra paciencia y de paso con muchas de nuestras vidas. Veo con admiración los ejemplos de algunos países «de nuestro entorno», como dicen estos gilimemos: Portugal y Suecia pongamos por casos paradigmáticos. En el primero hicieron lo mandado por la OMS y por el sentido común: confinamiento, test masivos a la población y todo el etcétera, y el resultado ha sido que han conseguido pocos muertos y muchos menos contagiados que en España. En Suecia, por el contrario, ningún confinamiento y poquísimos muertos y muchísimos menos contagiados. ¿Es que son más inmunes que nosotros o es que nosotros lo somos más? ¿Hacemos algo bien o lo hacemos todo mal?
Yo creo que a la primera pregunta solo puedo responder que todos somos igual de atacables por el coronavirus de turno; en cuanto a la segunda, creo que lo hemos hecho todo mal. Para empezar, nos metieron en casa y, sin comerlo ni beberlo, nos quedamos encerraditos y sin trabajo. Nos han metido en un profundo agujero social y económico del que no veo que vayamos a salir bien parados y, total, ¿para qué? Para que unos merluzos sin cerebro digan que han hecho todo lo posible, que no podemos criticar su labor porque así avanza el virus y así nos va matando, para que insistan con machaconería implacable que tenemos que hacer lo que dicen pero que ellos harán lo que les salga de allí mismo (el señor vicepresidente se fue ayer domingo 26 de abril, si no fue el día anterior o el otro, de compras al supermercado sin mascarilla ni nada, con todo su séquito de la misma guisa —y hay que ver al escolta de turno que parece un macarrilla de discoteca ochentera pero con pistola— y sin necesidad de dar explicaciones; ¿esto quiere decir que es más macho que los demás…? Pues lo mismo es que sí).
policiaYo, la verdad, es que estoy harto de ver a uniformados con cara de merluzo diciéndome lo que tengo que hacer y lo que no; y esto es en todos los órdenes de la vida, tanto sanitarios como morales. La verdad es  que no sé qué se han creído para que piensen que tienen unos valores infinitamente superiores a los míos, aunque reconozco que los míos, mis valores, puede que no valgan mucho, al menos para ellos.
pablo-iglesias-isabel-serra130519Entre las muchas cosas que veo mal, una de las peores es el avance imparable de la censura y la intolerancia y el totalitarismo que parece invadirnos. Las leyes son cada vez más represivas en todos los niveles y veo que el desprecio por las leyes es cada vez mayor por parte de aquellos que más tendrían que obedecerlas y respetarlas. No me vale
que salga el vicepresidente de España a decir en televisión que Isa Serra, una delincuente de la más infecta ralea, es una persona buenísima e inocente que fue detenida ilegalmente por intentar detener un desahucio cuando, como todos sabemos, todo eso es pura mentira y que esa señora debería acabar en la cárcel como han acabado
otros muchos por mucho menos que lo que ella hizo (insultar a las fuerzas del orden y herir a algún que otro agente, mujer por más  señas, que en este caso no es antifeminismo ni nada, es libertad de expresión… a bocados, como los caníbales). Yo a Isa Serra la quiero en la cárcel y a Pablo Iglesias juzgado por insultar desde su posición en el
poder a las instituciones fundamentales del Estado de Derecho, el mismo que él considera que hay que destruir porque prefiere tener el ministerio de Propaganda al de Cultura, aunque ha jurado defenderlo. Y así nos va.
Tampoco me vale que echen a los fieles de una catedral un día de Semana Santa por estar oyendo misa en un día señalado para los fieles (yo no soy practicante, de hecho soy apóstata documentado, así que poco se me puede echar en cara), cosa que se debería tolerar siempre; pero menos aún me vale que permitan la salida a la calle de los miembros de la religión de la paz (aunque aprovechan para poner alguna bomba o lanzar una furgoneta a todo trapo por las calles de nuestro pobre país) y que así celebren tan contentos y en manada el Ramadán oyendo la voz del muecín de turno predicando sus soflamas. Algún día tengo que hablar del silencio de la progresía embrutecida ante el día del cordero, genocidio ovejil sin parangón posible, y del vocerío ante la comida no vegana o los toros, pongamos por caso.
vete-ya-sanchez-kyQE--1200x630@abcEl otro día vi a un buen hombre que había inventado algo que a mí me pareció insólito al verlo pero que, al darle algunas vueltas en lo que tengo por cabeza, me pareció de lo mejor: había inventado, como digo, la manifestación multitudinaria de una única persona. Este caballero había salido a la calle para dirigirse al supermercado (actividad autorizada y permitida) portando una pancarta en la que se podía leer «Sánchez, vete ya». Y así desfiló hasta el mercado en su trayecto de ida y vuelta. A mí me gustaría haberle visto para unirme a él. Un amigo me digo el otro día que él estaba ya tan harto del inútil confinamiento que uno de estos días iba a salir a la calle a darse una vuelta y sin ir a por el pan, ni al estanco, ni a nada, solo a darse una vuelta al sol. Si su mujer iba con él, pues mejor todavía; y si se llevaban un par de latas de cerveza, pues mejor de lo mejor. Y así deberíamos hacer todos o casi todos. No nos pueden tener encerrados en casa porque no saben lo que tienen que hacer, ni nos pueden negar el derecho al trabajo porque no saben qué hacer con nosotros.
Amparo y yo comentamos, más Amparo que yo, que lo que quieren es practicar algún rito de sumisión con la ciudadanía y ver hasta dónde llegamos en nuestro aguante a sus idioteces, ver qué nivel de tolerancia tenemos para la implantación de medidas totalitarias: tenernos encerrados en casa sin nada que hacer, con desabastecimiento (esto no ha llegado, pero llegará, sobre todo cuando nos quedemos sin dinero porque nos niegan el pan y la sal, mientras ellos se ríen en sus casas de cientos de metros cuadrados), enfermos, con ganas de morir y matándonos unos a otros o a nosotros mismos. Mientras tanto, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias y todos sus chicos y chicas, seguirán haciendo maldades para amargarnos la vida y quitarnos lo poco que nos vaya
quedando, tanto de vida como de bienes y de libertad.
censuraVeo con preocupación, con mucha preocupación, la deriva totalitaria que toma nuestro Gobierno y escucho anonadado a uno de los representantes máximos de alguno de los cuerpos de seguridad del Estado decir que tiene entre sus misiones la de perseguir los bulos y, sobre todo, las noticias contrarias a la actuación del Gobierno que se puedan deslizar por las redes y los medios de comunicación: ¿quiere esto decir que la Policía, la Guardia Civil, el Ejército, están a disposición del Gobierno para buscar a aquellos que los critiquen de un modo o de otro y siempre siguiendo instrucciones del Gobierno para efectuar lo que, a mi entender, son labores meramente delictivas de la peor calaña? El ministro del Interior salió ese mismo día, o al siguiente todo lo más, a desmentir a su subordinado oficial, pero el mal estaba ya hecho: nos toca desconfiar de quienes dicen que nos van a defender y eso, amigos míos, es de lo más grave. Y casi igual de grave es el comportamiento que empezamos a ver entre la población en general, que se decide, sin más miramientos, al estudio y anotación meticulosa de los comportamientos de sus conciudadanos, haciendo tareas de delación para la policía y las fuerzas del orden en general si ven que algo no se hace de acuerdo con lo ordenado por la legalidad vigente, ya sea esta legalidad real o supuesta, porque, y debemos recordarlo siempre y que nunca se nos vaya de la cabeza, lo que están haciendo con nosotros vulnera nuestras libertades más básicas… y quizá sea eso precisamente lo que están haciendo de manera intencionada; a mí se me ocurren varias vulneraciones aterradoras y flagrantes que creo que saltan a la vista siempre y cuando uno no sea ni ciego ni imbécil: ¿qué es eso de que no podemos desplazarnos a nuestro antojo por todo el territorio nacional o, ya puestos, por todo el territorio de la Unión Europea? ¿Qué es eso de que tenemos que dar nuestros datos a cualquiera que nos los pida por la calle para identificarnos y para dar fe de nuestros desplazamientos, cosa que no pueden hacer sin una razón más que justificada y que, además, nunca nos lo podría impedir ni pedir el Ejército, que no está para ese tipo de funciones aunque, de momento, se las hayan atribuido? ¿Por qué tenemos que tener aplicaciones en nuestros teléfonos móviles desde las que se pueden rastrear nuestros movimientos por toda nuestro país, y hago hincapié en la palabra «nuestro», que es lo que es, nuestro y no suyo? Me entero hoy mismo de que como en los vuelos, estaremos obligados a identificarnos en los viajes por tren… y ya puestos, si vamos a entrar en un museo, en una licorería, en un bar, en donde quieran, vamos. ¿Dónde ha quedado aquella frase terrible hoy que tanto me ha perseguido durante tanto tiempo, aquella que decía que hacer justicia es fácil pero hacer lo justo no es tan fácil? Hoy estamos haciendo justicia porque se han dictado leyes injustas que la avalan; pero hemos olvidado, o estamos haciéndolo, que hacer lo justo resulte casi imposible porque no hay una legalidad que, en resumidas cuentas, lo avale. Y eso es muy peligroso, muchísimo…
Para terminar: he formulado unas pocas preguntas y he dado algunas respuestas, muchas de las cuales no me han gustado, pero creo que eso no podía ser de otra manera. Me he vuelto a enfadar enormemente mientras escribía y al final no ha valido para nada. leminosEstos articulillos no son piezas que valga la pena recordar, pero por lo menos ejercen en mí una catarsis que me permite afrontar una nueva semana de asco con algo más de alegría. Espero que también sirvan para alegraros el día a algunos de vosotros. Espero con fruición que a los estúpidos votantes de izquierdas que nos están llevando al abismo
como si fuéramos leminos (los amables lemmings) caminito del despeñadero frente al mar se les caía la maldita venda de los ojos y que no se dejen engañar por esa renta mínima permanente y vitalicia con la que pretende la horda podemita (que debemos recordar que, hoy por hoy, es el verdadero gobierno de España) mantenernos aferrados a
una esclavitud que se va a basar en la dependencia de un dinerillo que nos dará para acercarnos de vez en cuando a alguna cola (que ya empiezan a verse de manera abundante por toda España en busca de mascarillas, desinfectantes y productos así y que pronto será para hacernos con algo de carne, de pescado o de fruta, de papel higiénico o de pasta dentífrica) antes de que nos entreguen a todos una cartilla de racionamiento (que fue inventada por los Gobiernos de la Segunda República española a la que quieren volver con tanto ahínco) para que así podamos comprar lo que nos dejen… que ya os digo yo que no va a ser mucho.
stopY mientras tanto, los Picapiedra, Pedro y Pablo, vivirán a sus anchas, volarán en sus aviones privados, nadarán en sus piscinas particulares, mantendrán a sus hijos a salvo de las hordas de derechas (y de toda clase de hordas de ideología no embrutecida) que querrán lincharlos y aquí paz y después gloria. En fin, que menos aplaudir en los balcones y más protestar en cuanto se pueda. Si alguien le echa lo que hay que tener y convoca una manifestación en la calle para expulsar a todos estos sinvergüenzas, creo que van a tener que contar conmigo. Y espero que también con vosotros, por pocos que seamos.
Sánchez, vete ya, por favor y por pelotas… y no te olvides de ninguno de los tuyos. Muchas gracias.

Paco Arellano, español, heterosexual, no polimorfo, cimarrón, blanco

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