Frank G. Rubio
¿Y si las consecuencias terribles del COVID no fueran producto de una concatenación desgraciada de errores, combinados con políticas oportunistas para beneficiar a ciertos individuos y grupos, sino parte de un designio conscientemente programado?

Una de las características más señeras de nuestras peculiares democracias, que no son en modo alguno la manera más frecuente de resolver los problemas políticos de convivencia y las necesidades de estructuración de las comunidades, en las que se articulan ya más de ocho mil millones de personas, es el ingente y opaco poder que detentan determinadas organizaciones supranacionales cuyos dictámenes se imponen continua y coercitivamente a las poblaciones. Eludiendo expresamente cualquier consentimiento manifestado electoralmente, tanto de rango local como nacional. Quede claro pues, desde ya, que en mi opinión el menos malo de los sistemas es aquí y ahora una democracia formal con división de poderes y elecciones libres. La libertad política, la igualdad ante la ley y el cambio reglado cíclico de gobernantes, seleccionados con el consentimiento de los gobernados, son los valores básicos de esta manera de entender la sociedad. Otras cuestiones, que satisfacen cuestiones básicas de civilización, deben determinarse en el juego social donde la cooperación y la confrontación se rigen, tanto por los mercados como por las asociaciones libres de individuos. Ni qué decir tiene que encontramos muy pocos países organizados de esta manera. Sé que, como en casi todo lo verosímil, no es la confrontación de absolutos lo que uno encuentra en la vida. Todo es en política cuestión de grado pero si es democracia siempre con un consentimiento formulado de modo expreso por la ciudadanía. Los apasionados de la sharia o los defensores de comunidades articuladas en torno a valores políticos vividos de manera teológica, me da lo mismo si son de “izquierda”, “derecha o de “ciencia”, están en otra cosa. Generalmente proceden en ambientes fuertemente burocratizados con tendencia a la militarización. Y esa es su manera de resolver los conflictos. Y así es como viven aquí y ahora la mayor parte de los individuos y las comunidades de nuestro mundo: el tercer planeta.
Los mecanismos de representación son necesarios, siempre con las adecuadas salvaguardias y la vigilancia seria de los gobernados a los gobernantes, pero su exceso, más aun sus deficiencias, estructuradas expresamente por gestores mal intencionados, solo posibilitan la oligarquización y la burocratización de la mayor parte de las acciones de gobierno. Algo elaborado para favorecer las acciones políticas en las democracias contemporáneas se convierte en el vector básico de su supresión a pie de tierra.

Entre los ejemplos palpables de algunas cosas mencionadas más arriba encontramos el conflicto actual entre Israel y Hamas. Las Naciones Unidas se pronuncian de continuo sobre este asunto, generalmente omitiendo y tergiversando información, para proponer soluciones que pretenden cumplimentar una agenda de valores universalistas indiscutidos. Pero acá no hay otra cosa que fuegos de artificio expresados crudamente como propaganda. Afortunadamente para todos la capacidad de imponer sus normas le está vedada a esta organización que pretende legitimarse agrupando la representación burocrática de más de cien naciones estado. No lo vamos a llamar siquiera “asamblea de representantes que representan” porque sus miembros carecen de cualquier potencial legítimo de representación real de las poblaciones que encontramos tras los nombres de las supuestas entidades históricas que personifican. La autoridad de estas organizaciones, selecciono tres de ellas por la trascendencia de su influencia, debe ser controlada por las naciones estado que las componen. ONU, OMS, UE… las que más nos afectan. Pero no son las únicas. La influencia del Foro Económico Mundial (WEF) o de una organización privada dedicada a fines médicos muy específicos como CEPI, fundada en Davos en 2017 por Noruega e India, puede constituir también una grave amenaza para los ciudadanos de los países libres. Que no son todos, ni tan siquiera la mayoría.

Tras esta introducción básica pero necesaria vamos a echar un vistazo a un par de cuestiones relacionadas con la política sanitaria que desde 2020, con la crisis del COVID-19, ha monopolizado en gran medida la vida de gran parte de los países desarrollados. Incluidas las democracias que repito, guste o no guste, son minoría. El libro de RFK Jr. , escrito en 2023 y publicado en España (Ediciones de la Tempestad) en 2025, El encubrimiento de Wuhan, subtitulado: “La aterradora carrera armamentística de las armas biológicas”, contiene una cantidad ingente de información que hace su lectura completamente obligatoria. Sobre todo para los lectores españoles adoctrinados en la distorsión y la ignorancia sobre numerosas cuestiones del día a día, más aun las relacionadas con asuntos médicos o sanitarios. Temas que saltaron a primera fila durante el periodo entre 2020 y 2023 con la pandemia. Millones de muertos y la devastación de las economías, con el consiguiente empobrecimiento de la mayoría y el enriquecimiento brutal de unos pocos, fueron parte de las consecuencias de políticas erróneas, impuestas “manu militari” en nuestras muy imperfectas democracias. Medidas que imitaron sin complejos las “soluciones” del comunismo chino, todo ello bajo el espectro ideológico-mediático de “seguir la Ciencia”.
Pocas personas saben que la reunión anual que tiene lugar en invierno en Davos (Suiza), donde se reúnen académicos, políticos, empresarios y medios de comunicación de docenas de países, tiene una reunión especular paralela en verano, que desde 2007 se ha celebrado en China en las ciudades de Tianjin y Dalian. La interconexión entre la plutocracia organizada de Davos y el régimen comunista chino es inextricable. No debe sorprender pues el apoyo decidido a las medidas no farmacológicas operadas por la tiranía oriental para combatir una pandemia de la que este país en gran medida, pero no sólo como veremos en breve, es plenamente responsable.
Tras la retirada precipitada del nauseabundo Klaus Schwab, el apóstol de la Cuarta Revolución industrial y del Gran Reseteo, desempeña el papel de líder máximo de esta organización dañina Larry Fink el presidente de “Blackrock”. Vemos que todo queda en casa. China se ha convertido en un campo de pruebas, para llevar a cabo la agenda y las políticas del WEF.

La presencia china en las reuniones del WEF se remonta a mucho antes. En 1978, Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del WEF predijo que se producirían grandes cambios en China. Recordó posteriormente que estaba seguro de que China desempeñaría un papel vital en el escenario mundial, cuando leyó sobre la política de reforma y apertura de Deng Xiaoping. Ese mismo año, el Dr. Schwab invitó a Deng al WEF. Deng no asistió, pero envió una delegación de alto nivel a la Reunión Anual de 1979 encabezada por Qian Junrui, director del Instituto de Economía y Política Mundial de la Academia China de Ciencias Sociales. Tres meses después, el Dr. Schwab visitó Pekín con una delegación empresarial europea que incluía a 20 directores ejecutivos. Ambas partes firmaron un memorando de entendimiento en Pekín y establecieron contacto. Desde entonces, China nunca ha estado ausente de las reuniones de Davos. Ningún otro país está tan de acuerdo con la agenda del Foro Económico Mundial (WEF) como China. La censura prevalece, las actividades de las personas se rigen por un sistema de crédito social y la COVID-19 todavía se utiliza como excusa para grandes confinamientos y un control absoluto de la población. Sin mencionar los campos de internamiento físicos.
Mientras se imponía el confinamiento de Wuhan el 23 de enero de 2020, la élite mundial estaba ocupada congregándose en su festival anual en Davos, Suiza. Donde CEPI, anteriormente citada, había sido fundado tres años antes por los gobiernos de Noruega e India, la Fundación Bill y Melinda Gates, la organización benéfica mundial Wellcome Trust y el propio WEF. Un reportero chino preguntó al panel compuesto por Jeremy Farrar de Wellcome Trust, Richard Hatchett de CEPI y Stephane Bancel de ModeRNA, la compañía farmacéutica, si existía algún precedente histórico del confinamiento. Hatchett dijo: Es importante entender que, cuando no se dispone de tratamientos ni vacunas, las intervenciones no farmacéuticas son literalmente lo único disponible, y se trata de una combinación de aislamiento, contención, prevención y control de infecciones, y luego las intervenciones de distanciamiento social. Existe un precedente histórico de su uso. Investigamos exhaustivamente y realizamos un análisis histórico del uso de intervenciones no farmacéuticas en ciudades estadounidenses en 1918, y descubrimos que las ciudades que introdujeron múltiples intervenciones, al inicio de una epidemia, obtuvieron resultados mucho mejores.
El gobierno chino, con su propia infraestructura de Gran Hermano, tenía sus propias razones para estar de acuerdo con eso. Pero el plan de respuesta es en realidad mucho más complejo y tiene un trasfondo mucho más oscuro en Occidente. El camino que pasa por CEPI y Pekín conduce directamente al Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos y a su documento de estrategia del Pentágono de 1998. El plan de respuesta es en realidad un plan estadounidense, con sus orígenes más de una década y media antes y en un contexto de preocupaciones por el bioterrorismo. El Tío Sam es el mago detrás de la cortina, que no actúa en absoluto en interés de Occidente. En julio de 2023, la empresa ModeRNA firmó un acuerdo con el gobierno chino para desarrollar medicamentos de ARNm para uso exclusivo en China.
Bibliografía:

Pensamiento envenenado: Covidistopía y Estado Terapéutico Frank G. Rubio (Editorial Manuscritos, 2023)
https://www.editorialmanuscritos.com/Pensamiento-envenenado
Forget China, was it CEPI’s bio-spooks who locked down the West Paula Jardine Diciembre 2021