Frank G. Rubio
Algunos apuntes básicos sobre “El Día de la Liberación” estadounidense
Dada la homogeneidad en las opiniones hostiles difundidas por los medios de desinformación mundiales sobre la drástica reforma de la estructura arancelaria norteamericana, trataré de exponer un punto de vista divergente venido, claro está, de una ciudadana del país en cuestión. Espero que estas palabras hagan pensar a los lectores por sí mismos y no balar en rebaño.
Ya nos ocuparemos de los gruñidos porcinos de Sánchez y su reacción ante este asunto.
Adjunto varios enlaces para los interesados en profundizar en esta cuestión.
El 7 de abril MICHAEL SHELLENBERGER publica esta interesante noticia.
https://www.public.news/p/batya-ungar-sargon-trump-is-waging
Durante la última década, los medios de comunicación, los demócratas y los republicanos «No Trump» han denunciado al actual presidente como una herramienta de los ricos y de Wall Street. Dijeron que el populismo de Trump era falso. En realidad no les importa la clase trabajadora, sólo se preocupan por sí mismos y sus compinches de Wall Street.

Los aranceles de Trump y la reacción de Wall Street ante estos demuestran que todo era una mentira, afirma Batya Ungar-Sargon, autora de dos importantes libros recientes: uno sobre los medios de comunicación (Bad News) y el otro sobre la clase trabajadora (Second Class).
“El Día de la Liberación debería pasar a la historia como el día que finalmente desmintió el mito de que a Donald Trump solo le importan los ricos”, dijo hoy en un nuevo podcast conmigo. Es todo lo contrario. Está librando una guerra de clases en Wall Street por el bien de la clase trabajadora estadounidense. Y para castigarlo, Wall Street simplemente está apostando a la baja. Están apostando a la baja su agenda. Apuestan contra Estados Unidos, apuestan contra el presidente porque no soportan la idea de que una persona con poder en este país no se arrodille frente a Wall Street preguntándoles: «¿Y qué les gustaría ahora?», como lo han hecho ambos partidos durante 60 años.”

Los medios de comunicación han sido aún peores. «Nuestra política económica de los últimos 60 años fue implementada por personas demasiado perezosas como para dejar de trabajar en sus computadoras portátiles», dijo. «Se imaginaban que nadie querría trabajar en una fábrica porque preferirían morir antes que trabajar allí. Preferirían morir antes que ver a sus propios hijos trabajar en una fábrica o limpiar sus propios baños. Así que imaginan que nadie querría hacer estas cosas. Y así trasladaron la manufactura al extranjero e importaron una casta de esclavos».

Más de la mitad de los estadounidenses tienen dinero en la bolsa, por lo que no debemos descartar el sufrimiento que mucha gente está sintiendo ahora mismo ni la posibilidad de que los aranceles de Trump sean contraproducentes, provoquen una recesión y reduzcan el nivel de vida…
Pero, como señaló el secretario del Tesoro, Scott Bessent, «El 10% más rico de los estadounidenses posee el 88% de la bolsa. El siguiente 40% posee el 12% de la bolsa. El 50% más pobre tiene deudas. Tienen facturas de tarjetas de crédito. Alquilan sus casas. Tienen préstamos para automóviles. Y tenemos que darles un respiro».
El problema no es solo la desigualdad es la falta de solidaridad. Los estadounidenses más ricos no parecen preocuparse por los más pobres.

«El año pasado», señaló Bessent, «en el verano de 2024, los estadounidenses se fueron de vacaciones a Europa más que lo han hecho nunca en la historia. En el verano de 2024, los estadounidenses utilizaron los bancos de alimentos más que nunca».
Crear poder adquisitivo para los estadounidenses más pobres sería bueno para el crecimiento, no malo, argumentan los partidarios de los aranceles, entre ellos Bessent, Oren Cass y Ungar-Sargon.
El 10% más rico controla ahora más del 60% de nuestro PIB. No son el consumidor ideal para los componentes centrales del sueño americano: vivienda, atención médica, educación y jubilación. Son los únicos consumidores que pueden permitírselo. Por lo tanto, el precio de esos artículos está vinculado a sus ingresos.
Bessent dice algo similar. “No creo que el 50% más pobre de los estadounidenses esté constituido por perdedores, creo que el sistema no les ha funcionado. Creo que son ganadores. Simplemente es un mal sistema. Así que vamos a arreglarlo. Quieren buenos empleos. Quieren que a sus hijos les vaya mejor que a ellos. Quieren tener una casa propia. Quieren saldar sus deudas. No es difícil. Podemos lograrlo en los próximos cuatro años”.
Y traer de vuelta una cantidad significativa de manufactura a Estados Unidos es un imperativo de seguridad nacional reconocido por republicanos y demócratas.
“Literalmente, dependemos de nuestro mayor adversario para obtener las herramientas que necesitaríamos para combatirlo si llegara el caso”, dijo Batya-Sargon. “Exportaron una pandemia mortal, y nosotros dependimos de ellos para producir las vacunas, los productos farmacéuticos y el equipo de protección que necesitábamos para combatirla. Esto es como un episodio de South Park, pero sin el humor. Es tan obviamente absurdo y, sin embargo, nadie tuvo el coraje de hacer nada al respecto”.
PIERS MORGAN por su parte:
PM: Bueno, eso es todo. Entiendo los argumentos de todos los bandos. Pero la preocupación que tendría si fuera Donald Trump es que la turbulencia actual es bastante extrema. Y ya tenemos una economía bastante inestable, impulsada por una prolongada crisis del coste de la vida. La gente ya está sintiendo las consecuencias. Millones, decenas de millones. Y esta turbulencia llega en el peor momento posible. Tiene que funcionar, y tiene que funcionar rápido, o podría convertirse en una jugada descabellada y muy peligrosa.
BATYA UNGAR-SARGON: Lo que encuentro más frustrante de la conversación sobre los aranceles es que todos coincidimos en el problema. Todos coincidimos en que la desindustrialización de Estados Unidos provocó un fuerte incremento de la movilidad descendente de la clase trabajadora estadounidense, muertes por desesperación, gente con múltiples empleos y sin poder permitirse acceder al sueño americano. Todos coincidimos en que es profundamente injusto que la clase media estadounidense cargue con el peso de aranceles injustos de otros países.

Todos coincidimos en que es excelente que el presidente tenga influencia para exigir cosas razonables, como que ese país deje de permitir que el fentanilo asesine a 100,000 estadounidenses cada año, y que México haga su parte para vigilar su propia frontera. Y, sin embargo, cuando alguien tiene el coraje de presentarse y decirle a Wall Street: «Al diablo con ustedes, estoy librando una guerra de clases en nombre de la clase trabajadora estadounidense». Y ustedes, las élites de Wall Street, hagan lo que tengan que hacer, porque no voy a dejar de luchar por la clase trabajadora estadounidense.
De repente, todo el mundo piensa: «¡Ay, no! ¡La bolsa!». Sí, la bolsa se ve así es porque los ricos están castigando a Trump por ponerse del lado de la humillada y desatendida clase trabajadora estadounidense en lugar de ellos. Ya hemos visto cómo estos aranceles funcionan, Pierce.
El número de personas que cruzan la frontera sur es cero. El fentanilo está en mínimos históricos en los últimos 10 años. Ya hemos visto 1,2 billones de dólares en inversión manufacturera en este país desde el 21 de enero. Así que ya han funcionado. Ahora bien, ¿cuánto tiempo más va a seguir Wall Street intentando castigar a este presidente por apoyar a la clase trabajadora estadounidense? No lo sé, pero puedo decirles que, desde la calle, la gente no puede creer que haya un presidente que trabaja para ellos, que los prioriza y le dice a Wall Street que se vaya al diablo. Wall Street, que eligió a los demócratas en los últimos tres ciclos electorales consecutivos. Esa es la verdadera historia.
Por descontado, añado yo, que el asunto es más profundo de lo que parece e incluye otras cuestiones. No es este el lugar para explorarlas pero hay que recalcar otro leit motiv para la reforma propuesta, uno que tiene que ver con la política monetaria de los últimos 60 años. Esta política está en trance de una consistente y drástica modificación y tendrá un fuerte impacto geopolítico. Y es que la madre del cordero está en lo que los economistas conocen como “el dilema de Triffin”: conflicto de intereses económicos que surge entre los objetivos nacionales e internacionales para los países cuyas monedas sirven como moneda de reserva mundial.
https://es.wikipedia.org/wiki/Dilema_de_Triffin
Para los interesados adjunto este documento de Stephen Miran, Presidente del Consejo de Asesores Económicos de los Estados Unidos. Institución creada durante la presidencia de Truman.
https://home.treasury.gov/news/press-releases/sb0073
Se puede acceder a la entrevista a Scott Bessen en español en X
https://www.theatlantic.com/politics/archive/2024/09/economic-arguments-tariffs-trump/680015/
El artículo de Oren Cass.
Sobre los libros de la entrevistada:
https://www.waterstones.com/book/bad-news/batya-ungar-sargon/9781641772990
https://www.city-journal.org/article/review-of-second-class-by-batya-ungar-sargon