NUNCA ADMITIRÁN NADA

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Centro de Estudios de la Estulticia Medioambiental



No hay encrucijada, firmar o no firmar, esa encrucijada es una invención regimental para agitar el chapapote: el Rey solo puede firmar y firmará.Y solo puede firmar porque el Rey carece de voluntad, de criterio personal, no representa la nación, la Constitución que debe cumplir se lo impide y además probablemente ya no le importa demasiado.El Rey es la guinda a la Gran Estafa, la última apelación de los pardillos que se tranquilizan pensando que si hay Monarquía España sigue existiendo cuando lo que realmente ocurre es que la Monarquía del 78 (instaurada por Franco que seguramente jamás imaginó lo que iba a ocurrir, ¿quién lo hubiera hecho?) es la última excusa para desmontar España y destruir la nación sin que se note demasiado, con vaselina, constitucionalmente.Aprendieron de la II República. Entendieron que para trocear y repartirse España y someter a los españoles no era aconsejable hacerlo de una forma demasiado explícita, era necesario hacerlo con
mayor disimulo y engaño, disolviendo resistencias, ocupando y envileciendo paulatinamente las instituciones, vaciando de contenido aquello que pudiera significar un estorbo, minando la autoestima de los ciudadanos, denigrando la misma idea de España, poco a poco, con vaselina constitucional.Y ahora que el auténtico «Prusés», el de siempre, el que tiene en Madrid la representación última, la farsa terminal, va mostrando su auténtica naturaleza, apelan al Rey, un Rey que precisamente pusieron en sustitución de su padre porque iba a resultar, con todo, más manejable.



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