Frank G. Rubio

Comienzan a aparecer entre nosotros, calles y medios de transporte masivos, algunos enmascarados aterrorizados por las nuevas campañas mediáticas procedentes de los Estados Unidos y las organizaciones supranacionales. El presidente Biden, una piltrafa humana que no sabe encontrar la cremallera cuando tiene que hacer sus necesidades, ya se ha hecho la foto protocolaria con mascarilla y en algún que otro hospital español han tratado de imponer usarla en sus dependencias. Sin embargo la recepción del nuevo simulacro en ciernes, inspirado por las campañas de Bill Gates y su fundación, es mala y los mensajes llegan llenos de interferencias.
El secretario general de las Naciones Unidas, un imbécil asumido como autoridad benévola por la masa ovina, en realidad un totalitario de pro, ha recalcado hace días en sintonía con esto sus temores sobre la crisis climática mediante un significativo: Hemos abierto las puertas del infierno…
Ni más, ni menos.
Está claro que la marea de locura desencadenada en el 2020 no ha terminado y que los carbones encendidos siguen ahí, prestos a ser reavivados por las burocracias globalistas y sus fieles siervos gubernamentales locales. En España, donde la lucha por exigir responsabilidades por los desmanes generados por las políticas oficiales sobre el Covid, aplaudidas cuando no hechas más duras por la leal oposición, el problema es incluso más agudo que en otros países. El grado de sumisión de una población, enfangada en un abyecto entreverado ideológico de catolicismo y social comunismo de fondo, alcanza cotas muy elevadas. La educación y los mass media han contribuido a generar una opinión pública que es llevada de un lado a otro, con suma facilidad, por espejismos de género o dislates delirantes emitidos por representantes políticos o funcionarios.

Pongamos un ejemplo: pensemos lo relacionado con los dimes y diretes de una ministra de simpatías comunistas, esta criatura, aniñada e intelectualmente insolvente, ha llegado a decir que “los ricos están preparándose para abandonar la Tierra en sus cohetes mientras el resto ha de bregar con la crisis climática y económica”. Afortunadamente los desheredados cuentan con su formación política para poder resistir la llegada de la supernova del 2024. Y es que las referencias a “fortalezas de los súper poderosos en Nueva Zelanda” y las anteriores “revelaciones” inciden muy probablemente en que algún asesor ha leído apresuradamente Nova Express de William Burroughs y ha deslizado inadvertidamente en una conversación estos conceptos “explicativos”. Procedente de otro de esos autores geniales que confrontan, mediante la solapa, nuestros políticos y sus asesores, que ha reciclado este asunto de segunda mano.

C.J.Hopkins, escritor satírico norteamericano claramente posicionado contra el culto covidiano, ha recibido en junio de este año, procedente de Berlín, un mensaje amenazador del gobierno alemán por tuitear la portada de su último libro: The Rise of the New Normal Reich.
Pero vamos a citar algunos párrafos de uno de su artículos, escrito durante el momento más álgido del covidianismo, para mejor comprender el asunto que se traen entre manos:
Aunque es crucial seguir informando de los hechos y compartirlos con el mayor número de personas posible -lo que resulta cada vez más difícil debido a la censura de los medios de comunicación alternativos y sociales-, es importante aceptar a qué nos enfrentamos. A lo que nos enfrentamos no es a un malentendido ni a una discusión racional sobre hechos científicos. Es un movimiento ideológico fanático. Un movimiento totalitario global… el primero de este tipo en la historia de la humanidad.
No es totalitarismo nacionalista porque vivimos en un imperio capitalista global que no está gobernado por estados-nación sino por entidades supranacionales y el propio sistema capitalista. Y así el paradigma secta/cultura se ha invertido. En lugar de que la secta exista como una isla dentro de la cultura dominante, la secta se ha convertido en la cultura dominante y los que no nos hemos unido a la secta nos hemos convertido en islas aisladas dentro de ella.
Ojalá pudiera ser más optimista y ofrecer algún tipo de plan de acción, pero el único paralelismo histórico que se me ocurre es cómo el cristianismo «convirtió» al mundo pagano… lo que no augura nada bueno para nosotros. Mientras estás sentado en casa durante los bloqueos de la «segunda ola», tal vez quieras repasar esa historia.