ANTES DE LA CONTIENDA

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Frank G. Rubio

Navegando por Twitter encontré una transcripción de un fragmento de Tucker Carlson donde se señala que “desenmascara a Klaus Schwab y a la élite gobernante.” Por su interés lo versiono y comento brevemente.

No conozco a Klaus Schwab pero le he visto de cerca y me parece un idiota. Un idiota con tonalidad algo senil, como si no tuviera idea de lo que está hablando. Es alguien totalmente impresentable y cuanto más te acercas a él más percibes que las personas que dirigen las cosas son mediocres, meros bufones. No tienen idea de lo que hacen. No creo que haya una conspiración, dudo que sean lo suficientemente inteligentes para idear algo así. Son sólo gente débil, motivados por el resentimiento y la envidia. No son los creadores que construyeron la sociedad en la que vivimos… no crearon nada, no son capaces de hacerlo y están enojados por ello. Están enfadados de la misma manera que lo están las personas mentalmente primitivas y envidiosas, no celebran la belleza: la destruyen. En mi opinión esta es una de las principales motivaciones del mal. Sólo quieren destruir. No tienen habilidad alguna y están enloquecidos por el hecho de que son fraudulentos y débiles… indefensos, en realidad. Si la cadena de suministro se rompe, todos mueren de hambre. Lo saben, pero están locos. Así que quieren destruir las cosas que otros construyeron. Esta es la historia más antigua, el impulso más viejo que existe: el vandalismo. Todo es vandalismo y el vandalismo es perpetrado por vándalos y los vándalos son por definición primitivos. Y pueden haber ido a la HBS (Harvard Business School), pueden ser ricos, pero siguen siendo primitivos en realidad… odian la belleza, mira por ejemplo su arquitectura… Mira su arte “moderno”, es anti belleza, es feo a propósito, porque no tienen la capacidad de crear, porque son totalmente estériles en realidad y la gente no creativa es hostil. La gente creativa ama la belleza…

Detengámonos un momento… lo que está reflejando Carlson es un fenómeno repetido en la historia humana: la decadencia de las civilizaciones, que muchas veces está directamente conectada a la de sus élites. La caída del Imperio Romano de Occidente, atribuida a los bárbaros, tuvo muchas similitudes con el esquema general que podemos extraer de sus palabras sobre la actualidad estadounidense. Sin embargo, hay que recalcar que la decadencia no es un fenómeno puntual sino gradual y progresivo. La agonía de las culturas siempre dura demasiado. Roma ya estaba acabada cuando Filipo el Árabe (204-249 AD) conmemora su milenario. Los cristianos no fueron siquiera la guinda en el pastel.

La erosión de patrones básicos, estéticos y religiosos conlleva en general su sustitución, que a veces requiere siglos, por nuevos patrones. Los Dioses abandonan a los pupilos a su suerte y la zarza y el búho colonizan las ruinas informes en que han ido derivando templos, palacios y caminos…

Lo que caracteriza a nuestro tiempo no es el agotamiento de formas e ideas, que ha presidido el devenir histórico en todo momento, no sólo de las sociedades occidentales, sino la impotencia que percibimos en la actualidad para proponer un relevo viable.

Los bobos gobiernan, pero en la trastienda hay quienes sacan partido del proceso entrópico y quienes, no tienen que ser los mismos, tienen planes para sustituir el modelo. Lo que no significa que vayan a tener éxito en sus esfuerzos. Sin obviar que nunca multitudes de naturaleza tan mastuerza sirvieron a mentecatos más evidentes.

¿Qué sostiene, no obstante, una gerontocracia de cretinos? La URSS era algo así, os lo recuerdo.

¿La ideología, la Técnica, la Brujería?

Más bien un amplio reservorio de burócratas, insertos en arquitecturas organizativas novedosas, hibridadas con procesos tecnocráticos de reconfiguración demiúrgica: Utopía en construcción. Tras la Teocracia y el Imperio, a los que sucedió, rancios y con verdín, vino la Distopía frágil pero envolvente de la Nave Espacial (el Novaceno). El Hospital y su sociedad del Espectáculo. Los restos del naufragio sansimoniano, Fabiano y marxista-leninista. Todo con el “nihil obstat” del catolicismo y otras variantes del cristianismo…y del Islam, reestructurados.

Lo rancio es ley de vida, pero los productos mal descongelados, que fueron ya crionizados en origen como carroña, no permiten ver demasiado el futuro. De ahí la impotencia, el nihilismo y el pesimismo generalizados.

No habrá salvación en lo digital, ni en las IAs y su Mega-egregor.

Al igual que la gente que se ha hecho a sí misma no teme la bancarrota porque puede volver a construirla… La gente que ha heredado el dinero, que no ha creado nada, que vive de la creación de otros, está aterrorizada de perder algo porque sabe que no puede reemplazarlo. Así que nuestra clase dirigente vive básicamente en la etapa de dinero heredado del Imperio, donde todos vivimos del trabajo de personas que llevan muertas mucho tiempo… y sabemos que no podemos recrear esos comienzos. No podríamos crear nuestra red eléctrica en este momento. No tenemos suficientes ingenieros para hacerlo. Así que todas estas fantasías que ahora circulan pronto se desvanecerán al estrellarse con la realidad. Los vehículos eléctricos, la inteligencia artificial y todos los demás acrónimos devoradores de energía de los que ahora estamos enamorados. Todos ellos necesitan ser alimentados con electricidad y nuestra red actual no puede hacerlo, ni siquiera está cercana a hacerlo. Y así, en algún momento, alguien va a tener que pasar del mundo de la IA teórica, los vehículos eléctricos, ideas estúpidas con justificaciones estúpidas, el cambio climático, lo que sea… van a tener que pasar al campo de la ingeniería física: al cómo creamos suficiente electricidad.

¿Cómo encajan estos imperativos de detener el cambio climático, o el “podemos controlar el clima porque somos Dios”, con la idea de que ninguno de nosotros va a tener nunca el control sobre el clima?

¿Cómo encaja eso con la idea de que ninguno de nosotros va a tener que trabajar nunca más porque los ordenadores tomarán las decisiones por nosotros? Van a necesitar respuestas prácticas y la clase de personas que dirigen nuestro país son incapaces de llegar a esas respuestas, porque no tienen habilidades. Y por eso lo están destruyendo. Quiero decir: es tan obvio lo que está pasando… porque la historia es la misma historia».

No soy fan de Tucker Carlson, aviso, y un fragmento reciente de una entrevista a Alexander Dugin me ha reafirmado en mi posición de desconfianza originaria. Ya hablaré de este asunto concreto en otro artículo. El periodismo ha degradado el discurso político y cultural de los últimos siglos. Del púlpito a la Redacción en unas generaciones. De piara en piara. Ha participado activamente en el adoctrinamiento de millones de personas durante más de 200 años y en las crisis más diversas: guerras, revoluciones, contrarrevoluciones, catástrofes, epidemias, movimientos artísticos y religiosos… La asunción de sus lugares comunes, sus simplificaciones, sus sesgos ideológicos y su probada servidumbre hacia quienes pagan los sueldos de periodistas concretos, dejan clara su naturaleza tóxica. Su papel es el de distorsionador colectivo privilegiado de las percepciones de grupo. La opinión pública, trasunto papirofléxico de la fantasía originaria denominada “voluntad general”, es otra de estas criaturas de la Ilustración que tomamos como novedades, pero que enmascaran una continuidad de diseño en el proceso evolutivo (?) de la civilización occidental. Esta lleva agonizando desde el siglo XIV, momento en el que tampoco era ya nada de otro mundo. Por mucho que tuerzan el gesto los simpatizantes de determinadas corrientes “perennialistas”. Producto por lo demás del “pensamiento moderno” que tanto les desagrada.

Como la educación general básica, la secundaria, la universitaria… la prensa no es otra cosa que una manera de practicar la movilización total y predicar, como modo de vida, la leva en masa. La cruzada secularizada. Y en esta foto salen todos: conservadores, reaccionarios, liberales, socialistas, comunistas, fascistas e islamistas. Si falta alguien, ponedlo vosotros. Activismo, adoctrinamiento, simplificación y movilización. La esencia precisa para la fabricación de un egrégor. Último remedio, practicado en Atlantis y durante el Diluvio, para salir del paso y sobrevivir malamente.

Aunque sin ser simpatizante del estilo periodístico de Carlson, más cercano al espíritu originario del periodismo americano convencional y más tragable por tanto que las prácticas propagandísticas mezquinas a las que asistimos en el día a día periodístico de nuestras sociedades, entreveo en sus trabajos cosas aprovechables.

Fundamentalmente porque los aparatos pedagógicos y de propaganda que incluyen a los denominados “intelectuales” rechinan cada vez más a sus propias audiencias. Y son rechazados ya por la mayor parte de la población joven.

La opinión pública española de individuos y grupos, atosigada por la continua propaganda “progresista” que se vierte fundamentalmente desde lo audiovisual, conoce hoy un grado de distorsión sin parangón, debido a la inadecuación a la realidad de sus mensajes; que contribuyen a un fenómeno de engaño masivo tosco, pero de extraña intensidad. Quedémonos pues con el hecho de la decadencia y su correlato: la impotencia de las sociedades para generar contra élites que impongan un cambio de rumbo.

Cuando ocurre esto la guerra aparece en el horizonte como mejor y último remedio, a ojos de sus clases dirigentes. Es decir, como postulación de “sacrificios necesarios” y reconstrucciones feraces a posteriori. El modo azteca camuflado tras el espíritu Absoluto de Hegel.

Y por descontado que de manera silenciosa puede y debe estar creándose una élite espiritual e intelectual para el Día Después. Pero esto es ya otra Historia.

Y en esas estamos.

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